Haití, heridas sin cerrar

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2020-01-13 08:20:46

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Foto: RTVE.

Por: Guillermo Alvarado

Se cumplieron diez años del devastador terremoto de 7,3 grados de magnitud que destruyó buena parte de Haití, ocasionando la muerte de más de 316 mil personas y una cifra similar de lesionados y muchas de las heridas causadas por ese fenómeno aún permanecen sin cerrar.

Eran casi las cinco de la tarde, hora local, del 12 de enero de 2010 cuando la tierra se estremeció y convirtió en escombros no sólo precarias y humildes viviendas, sino que también edificaciones fuertes y emblemáticas, como el Palacio de Gobierno y la Catedral de Puerto Príncipe.

Aquel desastre puso en evidencia todas las carencias que más de dos siglos de expoliación, intervenciones e injusticias de un sistema que nunca le perdonó a Haití haber sido la primera revolución de esclavos triunfante, dejó en esa nación que, más que pobre, fue empobrecida a base de golpes.

En 1804 se alzó como el primer país creado en América Latina y El Caribe por esclavos negros, en un mundo dominado por potencias coloniales blancas, que se dispusieron a hacerle pagar muy caro su atrevimiento.

Además de borrar de los textos de historia la gesta revolucionaria haitiana, Francia, la metrópolis colonial, le obligó a firmar un oneroso acuerdo donde se establecía que, para reconocer su independencia, debía reducir en 50 por ciento los aranceles a las importaciones francesas y pagar una indemnización de 150 millones de francos en oro.

Esa suma equivaldría hoy a la cantidad de entre doce mil y 20 mil millones de dólares y constituyó una pesada piedra atada al cuello de la joven nación, que lastró por completo cualquier intento de desarrollo.

Ahogada económicamente, no le quedó otro camino que endeudarse con Estados Unidos y abrirle las puertas a las empresas norteamericanas, que llegaron a tener control del Banco Nacional y luego imponer una intervención que duró desde 1915 hasta 1934.

Agréguese a esto la corrupta dictadura de los Duvalier, padre e hijo, que se extendió 29 años, para tener una idea de cómo el sismo de hace una década encontró al país caribeño.

No fue distinto el modelo que la comunidad internacional aplicó para utilizar la ayuda comprometida en la reconstrucción. Según reconoció el presidente Jovenel Moise, un rico exportador bananero, el gobierno no tuvo ningún control sobre el dinero que entró, ni cómo se empleó.

Se estima que llegaron unos 10 mil millones de dólares, la mayor parte de los cuales fueron engullidos por la burocracia, contratos sobre pagados y la corrupción. Por eso los más necesitados todavía están en la indigencia.

La única ayuda seria y bien organizada que tuvo Haití ya estaba allí antes del terremoto, y fue la asistencia médica cubana, que fue la primera en atender a los heridos sin requerir un centavo de la autoridades locales, ni de la comunidad internacional. El resto funcionó poco, mal y tarde, como ha sido casi siempre en la hermana nación.



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