Por Maria Josefina Arce

La COVID 19 continúa siendo una amenaza para el mundo. Si bien algunas naciones presentan un panorama más alentador, en otras se disparan las cifras de contagiados y fallecidos.

Por eso las autoridades de Cuba han llamado a la población a no confiarse, pues relajar las medidas como el lavado de las manos y el distanciamiento social puede llevar a un repunte de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.

En el espacio televisivo Mesa Redonda, el ministro cubano de Salud Pública, José Ángel Portal, puntualizó que esta no es una batalla ganada todavía, sino que requiere de mucho esfuerzo y responsabilidad.

En ese camino se inscribe la labor de las autoridades, que diariamente chequean todos los detalles tanto de la preparación de la infraestructura hospitalaria, como de programas esenciales en esta época de pandemia como el alimentario y el energético.

Para la atención de casos están acondicionados 20 hospitales, que cuentan con los médicos necesarios para la adecuada atención de los enfermos, así como con los insumos de protección para el personal de la salud y de otros trabajadores que también realizan importantes tareas como la limpieza o la confección de los alimentos.

Asimismo hay habilitados 54 centros para sospechosos de portar la dolencia, 248 para la vigilancia de contactos con infectados y 40 para la atención a viajeros.

En la actualidad, precisó el titular cubano de Salud, hay disponibles cinco mil camas, al tiempo que se siguen reforzando esas capacidades que incluso podrían  aumentarse si el país entrara en una etapa de un mayor número de contagiados con la COVID 19.

También se evalúa habilitar en La Habana, que presenta una alta incidencia de la dolencia, una instalación para ingresar los casos con COVID 19 con larga estadía que continúan sin dar negativo.

Cuba trabaja para evitar pasar a una etapa más compleja, pero el esfuerzo del país, objeto de un genocida bloqueo norteamericano que no ha disminuido ni con la amenaza de la COVID 19, tiene que estar apoyado por el pueblo, que no puede disminuir la percepción del riesgo al que se enfrenta.