Por Maria Josefina Arce
El mundo vive una emergencia sanitaria que requiere un gran esfuerzo ante el alto grado de contagio y letalidad de la COVID 19. Pero a Estados Unidos no le importa el complejo panorama internacional, ni siquiera su propia situación y arrecia su política hostil hacia Cuba.
El anuncio en los últimos días de nuevas sanciones refuerza el criticado bloqueo económico, comercial y financiero contra el pueblo cubano. En su cuenta en twiter el presidente Miguel Díaz Canel calificó de inmoral, prepotente y perverso al gobierno estadounidense por su escalada contra la Mayor de las Antillas en medio de la pandemia.
Siete entidades, entre ellas hoteles, centros de buceo y la institución financiera Fincimex, son ahora las escogidas por Washington, con el claro propósito de atacar el turismo, una de las principales actividades que tributan a la economía cubana.
La realidad es que el bloqueo causa pérdidas millonarias a la industria cubana del ocio, de gran importancia para el desarrollo del país por generar altos ingresos que además de ser destinados a mejorar su infraestructura y servicios, se dedican a otras ramas esenciales para el bienestar de la población como la salud.
El pasado año fue de especial ensañamiento con el turismo. De hecho decreció el número de visitantes foráneos, en relación con 2018, por la prohibición estadounidense a los cruceros de tocar puertos cubanos, la suspensión de los vuelos chárter al interior del país y la eliminación del destino Cuba de las plataformas de búsqueda.
Solo de abril de 2018 a marzo de 2019 la guerra económica de Estados Unidos causó pérdidas al archipiélago cubano en la rama turística valoradas en MIL 383 millones de dólares, de acuerdo al informe presentado el pasado año a la Asamblea General de la ONU por la nación caribeña.
Con las nuevas sanciones ya suman más de doscientas las entidades cubanas que han sido objeto de la criminal política norteamericana que busca asfixiar económicamente a Cuba y que bajo la administración de Donald Trump ha experimentado un recrudecimiento.
Pero esta genocida medida, que año tras año es rechazada por la comunidad internacional, no solo es una violación del derecho internacional y causa incontables daños a los cubanos, sino que también obstaculiza la libertad de los propios ciudadanos estadounidenses de viajar al destino que deseen, y de estrechar los vínculos entre los dos pueblos.