Por: Guillermo Alvarado
El fin de semana se multiplicaron en varias grandes ciudades del mundo las manifestaciones contra el racismo y la brutalidad policial, en respaldo a quienes en Estados Unidos demandan justicia tras el asesinato del ciudadano George Floyd, que fue asfixiado por un agente durante su detención.
Han transcurrido ya casi dos semanas desde que ocurrió el hecho, que califica perfectamente como una ejecución extrajudicial porque fue cometido por un representante del Estado contra un civil desarmado.
En el país norteño las marchas se multiplicaron desde Los Ángeles, en California, hasta la capital, Washington y aunque el presidente Donald Trump trató de minimizarlas, los medios de comunicación señalan que la asistencia fue nutrida.
La indignación se ha extendido por el mundo y en la ciudad de México, capital del vecino país, decenas de miles se congregaron en varias urbes. Allí la ira estuvo atizada por la muerte del joven Giovanni López, golpeado por la policía porque no llevaba puesto el nasobuco, o mascarilla.
Guadalajara, San Luis Potosí, Sonora, Baja California y la capital, entre otras ciudades, fueron escenario de airadas protestas por este crimen, del que aún no se han dado explicaciones.
En Europa también se demostró el descontento público, a pesar de que muchos gobiernos prohibieron las manifestaciones con el argumento de evitar contagios de la Covid-19.
La embajada de Estados Unidos en Francia fue prácticamente blindada con la colocación de bloques de cemento y barreras de metal para evitar que las marchas se acercaran a sus alrededores.
También en Madrid, Berlín, Roma, Copenhague, Budapest y Londres hubo masivas demostraciones contra el racismo, tanto frente a edificios públicos como de las sedes diplomáticas estadounidenses.
El nombre de Floyd fue coreado por los asistentes y se podían leer pancartas donde estaba escrito que “el racismo es la pandemia”.
Otra manera de protestar ocurrió en Tailandia, donde la gente no pudo salir a las calles pero se organizó una marcha digital por video zoom.
Natalie Bin Narkprasert, una de las líderes dijo que "Todo el mundo tiene esperanzas, todo el mundo tiene sueños, todo el mundo sangra rojo".
Aparte de la lucha contra el racismo, un sentimiento que toca a buena parte de la humanidad, la proliferación de marchas por todo el mundo tiene otra lectura y es el hastío que causa la prepotencia de Donald Trump, un tipo iracundo, impredecible y egoísta, incapaz de despertar la más mínima y elemental empatía.
