Los evasivos turistas de Europa

Editado por Maite González Martínez
2020-08-14 06:51:50

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España e Italia, dos de las más vigorosas plazas turísticas, sufren carencia de visitantes por restricciones internas y el temor al contagio. Imagen / EFE.

Por: Roberto Morejón

Si bien, Europa ya no es el epicentro de la pandemia, los efectos del nuevo coronavirus laten aún en el tejido social y económico, como lo evidencia el espinoso resurgimiento de la poderosa industria turística.

España e Italia, dos de las más vigorosas plazas, sufren carencia de visitantes por las restricciones internas y el temor de millones de personas a contagiarse.

España apostó por el despegue del turismo y ensayó planes pilotos después del dilatado aislamiento y alta exposición al SARS-Cov-2.

Pero el confinamiento melló la demanda local, las discotecas siguen cerradas y como reporta rebrotes, casi 60 países instruyeron a sus ciudadanos no veranear en la nación ibérica.

El golpe ha sido duro y analistas aconsejaron a los españoles olvidar los cerca de 90 mil millones de euros gastados en el país el año pasado por quienes disfrutaron de los excelentes hoteles y el clima estival.  

Quedará como un hito la atención de 83 millones de visitantes extranjeros en 2019 y su aporte de 12 por ciento al Producto Interno Bruto español.

La escasa afluencia de forasteros en la etapa post covid-19 augura un panorama devastador, muy similar a otra potencia europea, Italia, por la misma razón.  

Es cierto que el país transalpino sufrió ligeras alzas de casos de la COVID-19 recientemente, pero conserva el control después del desborde al inicio del azote del virus, fuente de contagio de más de 250 mil 800 personas.  

Tal vez por recordar la tragedia los italianos han sido cautos en la desescalada, sacrificaron el ocio nocturno, extendieron el estado de emergencia hasta octubre y aplicaron severidades para la entrada al país.

En ese contexto, el turismo en Italia NO renace en las cinco ciudades con más tradición: Roma, Florencia, Turín, Venecia y Milán.

Las urbes deberán prescindir este año de cerca de 34 millones de turistas y perder ingresos por 7 mil 600 millones de euros.

Los italianos lamentan la baja en la denominada industria del ocio por su participación de 13, 2 por ciento en el Producto Interno Bruto, pero anteponen preservar la vida.

Tanto para España como para Italia el resto del año apunta al espasmo en la ansiada corriente de vacacionistas, con la punzante huella en el mercado laboral interno y las eventuales crispaciones sociales.

El Viejo Continente pasó a una etapa de flexibilidad pero las secuelas de la pandemia permanecerán largo tiempo.



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