Foto: Archivo/RHC.
Por: Roberto Morejón
Si algún peruano deja de sintonizar las noticias en la radio o la televisión acerca de la COVID-19, solo debe constatar el ajetreo en los camposantos para percatarse de la alta incidencia de casos.
El país sudamericano pasó a ser el de mayor tasa de mortalidad del mundo por el virus letal después de un ajuste de Bélgica de sus estadísticas.
Perú se ubicó además en el sexto peldaño con más casos confirmados, al acumular más de 607 mil.
Para tener una idea de la progresión de los contagios los entendidos resaltan la duplicación de los montos, en promedio, cada 46 días.
Junto a los recuentos, los expertos tratan de encontrar las causas del dramático comportamiento de la dolencia.
Ellos aluden a un exceso de test rápidos en detrimento de las pruebas más precisas conocidas como PCR, estudiadas en laboratorios con infraestructura molecular.
También reprueban a las autoridades por desechar los intensos rastreos y aislamientos de diagnosticados positivos, además de NO establecer una comunicación eficaz con la población.
Un levantamiento prematuro de la inicial cuarentena estricta y falta de percepción de riesgo en la población, están relacionados asimismo con el alza de la presencia del virus SARS-COV-2 en Perú.
Como trasfondo despunta la condición de Perú entre los países latinoamericanos con menos inversión en la salud pública.
A su vez, muchos peruanos violaron el distanciamiento físico ante el apremio de ganar el sustento.
Si bien bajo los programas neoliberales la macroeconomía creció significativamente en Perú, la pobreza y desigualdad son rampantes.
Siete de cada diez empleos son informales y 40 por ciento de los trabajadores sobreviven mediante la labor autónoma, sin seguridad social.
Las precarias condiciones de vivienda y saturación de personal en mercados y transporte público quebrantaron igualmente la protección exigida para luchar contra la pandemia.
Con ocho cambios de ministros de salud en los últimos años y la crispación política entre el ejecutivo y el aparato legislativo, Perú ha mirado hacia otros confines y no en dirección a la infraestructura básica.
Como se aprecia, el complicado panorama de la Covid-19 en Perú tiene múltiples causas, al punto de llevar a las autoridades a una situación tensa, a la cual aporta matices sombríos la declinación del Producto Interno Bruto por la parálisis productiva.