Foto: Archivo/RHC.
Por: Guillermo Alvarado
A menos de dos meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, previstas para el 3 de noviembre, no hay todavía nada seguro para nadie aunque el magnate Donald Trump parece apostar por el caos y el desorden para llevar las aguas a su favor.
Se comprende así la reciente visita a la ciudad de Kenosha, Wisconsin, a donde no fue en absoluto a calmar los ánimos sino a provocar a los manifestantes contra el racismo y la brutalidad policial.
El gobernante se negó a entrevistarse con la familia de Jacob Blake, ciudadano afroestadounidense víctima de siete disparos por la espalda hechos por un policía blanco, que le dejarán parapléjico por el resto de su vida.
Pero elogió la represión ejercida por las fuerzas de seguridad y justificó a un adolescente blanco que mató a dos manifestantes e hirió a otro.
La apuesta de Trump es incrementar la violencia para encender el entusiasmo de su base electoral con el discurso de la ley y el orden al costo que sea. Al mismo tiempo busca atraer a buena parte de los indecisos, que no se sienten entusiasmados por asistir a las urnas.
Es una jugada maligna que impide a su rival por el partido Demócrata Joe Biden desarrollar su estrategia.
Para éste, en efecto, es mucho más fácil y efectivo convertir los comicios de noviembre en un referendo sobre los resultados de la administración Trump, que son desastrosos tanto en el manejo de la crisis sanitaria y la economía, como en materia de política exterior.
No obstante lo están obligando a pronunciarse con dureza contra las manifestaciones y la violencia surgida en medio de éstas, lo que podría llevarlo a chocar contra el movimiento “Las vidas negras importan” y sus seguidores entre otras minorías.
Recordemos que los demócratas marchan en orden disperso rumbo a las urnas debido a las tensiones que hay entre los sectores conservadores y progresistas.
Así pudo verse en la Convención Nacional, donde tuvo más tiempo para hablar el general republicano Collin Powell, pasado ahora al bando de Biden, que la joven representante Alexandria Ocasio-Cortés, seguidora del senador Bernie Sanders.
La ausencia en el discurso electoral de temas como salud para todos, eliminación de la deuda estudiantil, universidad gratuita e impuestos a las grandes fortunas, puede desmovilizar a millones de jóvenes.
Para ganar, Biden necesita una gran asistencia a los colegios electorales, pero si se repite la elevada abstención de 2016, le será muy difícil cruzar el umbral de la Casa Blanca, detalle del que no parece percatarse.