Si los retos son globales, las respuestas deben serlo, con respeto a las visiones
de todos los países. Foto: El Orden Mundial
Por Roberto Morejón/RHC
Una de las lecciones que el mundo debería asimilar de la pandemia por el nuevo coronavirus es la necesidad de enaltecer el multilateralismo como defiende Cuba, en sentido opuesto a posiciones egoístas.
El presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel, dijo recientemente que “solo una respuesta articulada entre países a todos los niveles puede ayudarnos a superar las múltiples crisis que enfrentan hoy América Latina y el Caribe”.
Es precisamente esa región una de las más urgidas a enfrentar las recesión emanada del impacto de la COVID-19, con una marcada contracción productiva y de servicios.
Conflictos como el referido obligan a fortalecer a la ONU y otras organizaciones multilaterales, a pesar de sus insuficiencias.
La encomienda parece ineludible en circunstancias en las que Estados Unidos y otras naciones pretenden agraviar y desmembrar agrupaciones donde la búsqueda de la concertación constituye el propósito esencial, imperfecciones aparte.
Ahí está la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, precisamente en época de crisis, y del Acuerdo de París sobre cambio climático.
De esa forma, la administración de Donald Trump subrayó su política tutora del unilateralismo, con alardes de soberbia y ultraje al Derecho Internacional.
Una señal de esa conducta es la imposición de brutales sanciones a casi una treintena de países, por asumir posturas distantes de las que Estados Unidos patrocina.
Cuba, víctima de recrudecido bloqueo, reiteró NO obstante su fuerte compromiso con los principios de la legalidad y el multilateralismo.
Porque, como destacara el canciller cubano, Bruno Rodríguez, “se impone la construcción de un orden internacional democrático, justo y sostenible que responda al reclamo de paz de los pueblos de las Naciones Unidas”.
La mayor de las Antillas vigorizó su cooperación con el Caribe y otras naciones y acompaña los principales procesos orientados a la implementación de la Agenda 2030 y la cooperación Sur-Sur.
Cuba resguarda el principio de que si los retos son globales, las respuestas deben serlo, con respeto a las visiones de todos los países.
Un mundo inter-relacionado expuesto a peligros de guerras, daños al entorno, recesión económica, desigualdad social y violencia NO puede abrir la puerta a los intereses de unos pocos, de espaldas a la cooperación.