Quince años de un sueño

Editado por Maite González Martínez
2020-11-07 07:30:07

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Por: Guillermo Alvarado

Esta semana se cumplieron quince años del día en que un grupo de países de nuestra región hicieron naufragar un proyecto del gobierno de Estados Unidos, destinado a encadenar la economía y dejar el futuro de los pueblos enteramente a los caprichos de Washington.

Corría el año 2005 y en Argentina se celebraba la IV Cumbre de las Américas, escenario escogido por el entonces jefe de la Casa Blanca, George W. Bush, junto con sus aliados incondicionales, para ofrecer una zanahoria envenenada.

Se trataba, como muchos recordarán, de la dichosa Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, donde había cualquier cosa, menos libertad y comercio.

Bush hijo aspiraba a que en la reunión se adoptara una resolución para aprobar su proyecto, pero chocó con la férrea oposición del anfitrión, Nestor Kirchner, acuerpado por Luis Inacio Lula da Silva, de Brasil, y del Comandante Hugo Chávez, de Venezuela.

Las primeras palabras del jefe de Estado argentino fueron directas y claras y comenzaron con un término muy popular, “patotear”, es decir provocar en grupo o pandilla, lanzado directamente a su par estadounidense.  Dijo así:

“Patotear con una simple mayoría, ideas que tienen tanto que ver con la vida de nuestros pueblos, ayuda muy poco a la convivencia de los pueblos”.

Aquellos 4 y 5 de noviembre de 2005, Bush aprendió que la correlación de fuerzas en América Latina y El Caribe cambió, que se estaba construyendo una realidad diferente a la que imaginaba desde su despacho oval.

Naufragó el ALCA, porque una declaración al respecto debía ser por consenso y nada más lejos de la realidad. Así lo dijo Chávez durante la Cumbre Alternativa, cuando afirmó que esa iniciativa fue destruida por los pueblos.

Vendría luego la Unión de Naciones Suramericanas, el acceso de Venezuela al Mercosur, la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América y, como colofón, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Llegó también la venganza del imperio que, como nos recuerda Oscar Laborde, presidente del PARLASUR, constó de cuatro etapas: la creación de alternativas a la integración regional, como la Alianza del Pacífico, desmembrar al Mercosur, hostigar los tres pilares progresistas del momento, Argentina, Brasil y Venezuela, y crear una nueva derecha.

Se inició una feroz persecución de líderes políticos cuya imagen se pretendió destruir por medio de falsos procesos judiciales y pareció que un manto oscuro había caído sobre nuestra región.

Pero el horizonte se fue aclarando. Cuba, Venezuela y Nicaragua resistieron, México cambió el rumbo, Bolivia recuperó el paso y en Chile hay condiciones para enterrar el pinochetismo.

El túnel oscuro fue largo, pero ya la luz brilla al final.



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