Proyecto social cubano descansa en valores de igualdad y bienestar colectivo

Editado por Maite González Martínez
2020-12-11 06:22:50

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Por: Roberto Morejón

El proyecto de justicia social vigente en Cuba sigue empeñado en aumentar gradualmente la calidad de vida, el bienestar y la justicia, como afanes indispensables para el ejercicio pleno de los derechos humanos.

La mayor de las Antillas avanzó en los últimos años en el perfeccionamiento de su modelo de desarrollo económico y social.

Incluso impulsó en 2020 una nueva estrategia, ante las dificultades notorias provocadas por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense y la pandemia por el nuevo coronavirus.

Si bien el propósito de progresar económicamente y afianzar la soberanía y la independencia resulta fundamental, también lo es promover desde lo social y político espacios más democráticos.

Así se hace al fortalecer la institucionalidad y la participación popular en las principales decisiones.

 Asegurado el derecho a la vida desde el primer día luego del triunfo revolucionario, el país creó herramientas más certeras para el reconocimiento del derecho y la integridad física.

Con el respaldo de una moderna y autóctona Carta Magna afincada en la historia y necesidades internas, están dadas las circunstancias propicias para seguir transformando la sociedad y viabilizar soluciones a problemas y dificultades.

Todo ello dentro de la construcción del socialismo, alternativa de elección popular, avalada cuando se aprobó mayoritariamente la nueva Constitución.

La llamada Ley de Leyes y el propio ejercicio de la institucionalidad crean las condiciones para arraigar el concepto de igualdad entre todas las personas.

Para trabajar en esa línea el país requiere de ciudadanos sensibles. 

Al respecto, el artículo 95 de la Carta Magna define un enunciado cardinal, el de que la educación debe promover el conocimiento de la historia y desarrollar en los alumnos una alta formación de valores éticos, morales, cívicos y patrióticos.

De ellos depende el futuro de la nación, aunque, por supuesto, como país pobre, asediado y con rezagos de hábitos y conductas heredados del pasado, aun resta un largo camino por recorrer.  

Pero la existencia de un fructífero debate acerca de los diversos asuntos de interés nacional debe contribuir a una mejor educación de las nuevas generaciones.

Ni siquiera las indudables carencias materiales impedirán trabajar en pos del desarrollo material y espiritual, con mayores índices de alimentación, empleo, instrucción, salud y recreación.



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