Por María Josefina Arce.

Orgullo siente Cuba de sus hombres y mujeres de ciencia, quienes se distinguen por su talento, alta preparación, dedicación y amor a una profesión de incontables sacrificios.

A su perseverancia debe el país eficaces e innovadores medicamentos que han posibilitado salvar o mejorar la calidad de vida de muchos cubanos y ciudadanos de otras naciones.

En los complejos momentos que vive el mundo y Cuba por la COVID 19, nuestra comunidad científica ha aportado mucho en el enfrentamiento a la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.

Sin descanso han puesto una vez más al servicio de la salud del pueblo sus conocimientos,  para articular protocolos efectivos ante el alto grado de contagio y letalidad de la dolencia.

Sin descuidar la batalla contra la pandemia que nos permite contar con cuatro candidatos vacunales, no han abandonado sus investigaciones sobre otras enfermedades que a nivel mundial afectan a muchas personas.

El cáncer es una de las preocupaciones de nuestros científicos. Por eso el reconocido Centro de Inmunología Molecular continúa sus estudios sobre la vacuna CIMAVAX-EGF, utilizada para el tratamiento en estados de cáncer muy avanzados, con posibilidades quirúrgicas nulas.

Avanza también esta institución en sus investigaciones sobre el medicamento NEUROEPO, cuyo propósito es retrasar el avance del Alzheimer y mejorar la calidad de vida de las personas que lo padecen.

No se queda atrás el Centro de Histoterapia que tiene notables resultados en la obtención de fármacos a partir de la placenta y sus componentes para el tratamiento de afecciones de la piel como el vitíligo y la psoriasis.

La ciencia cubana es reconocida hoy a nivel internacional por sus múltiples logros y por la abnegación y generosidad de sus hombres y mujeres que ponen sus conocimientos al alcance de todos. Hacen honor al pensamiento del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, quien definió a la ciencia verdadera como aquella que lleva a la equidad humana.