Canciller federal Ángela Merkel. Foto: Archivo/RHC.
Por: Guillermo Alvarado
El 26 de septiembre de este año se celebrarán las elecciones legislativas en Alemania, lo que podría constituir también el final de una era cuando se aleje definitivamente del poder la canciller federal Ángela Merkel, quien durante cuatro períodos dirigió a esa nación.
Divorciada, sin hijos, nacida en un país que ya no existe, la República Democrática Alemana, doctora en Física Cuántica, fue la primera mujer en ocupar el más alto cargo en ese Estado europeo, donde dejará una profunda huella difícil de superar.
Tenía 51 años cuando, el 22 de noviembre de 2005, tomó las riendas de Alemania y pocos entonces habrían vaticinado que su mandato se extendería hasta 2021, rompiendo las marcas dejadas por sus antecesores Konrad Adenauer y Helmut Kohl.
En ese país no hay un límite fijado para el ejercicio del poder, pero 16 años es mucho tiempo y ella misma anunció que no buscaría una quinta elección.
No quepa la menor duda de que Merkel es una persona conservadora, pero tiene la extraña habilidad de asumir las posiciones de sus rivales cuando considera que son buenas para su gestión.
Suele ser también implacable, como lo demostró cuando obligó a aplicar durísimas medidas neoliberales a Grecia a cambio de conceder varios paquetes de ayuda financiera, que a la postre sirvieron para salvar a los mismos bancos europeos, varios de ellos alemanes, y hundieron a la población más pobre.
Su lado pragmático quedó demostrado cuando decidió el abandono del programa de desarrollo nuclear para generar energía eléctrica, luego del desastre de Fukushima en Japón.
De igual manera, durante la crisis migratoria que llenó de personas desamparadas las fronteras de la Unión Europea, sorprendió a rivales y aliados con una política abierta que benefició a miles de familias.
Partidaria de aplicar medidas drásticas para contener el avance de la pandemia de covid-19, advirtió a sus ciudadanos que si no cumplían con las regulaciones sanitarias, las recientes fiestas de fin de año podrían ser las últimas que pasarían con sus abuelos y mayores.
Durante la separación del Reino Unido de la Unión Europea, logró imponer que las duras negociaciones finales quedasen en manos de la Comisión Europea, dirigida por su exministra de Defensa, Ursula von der Leyen.
No sólo los alemanes la van a extrañar, sino que también el bloque continental, que no ha logrado hasta ahora convertirse, como se esperaba, en el poder que sirva de equilibrio ante la hegemonía de Estados Unidos.
