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Por María Josefina Arce

Un bloqueo económico, comercial y financiero por casi 60 años, sabotajes, atentados e introducción de plagas contra cultivos y enfermedades contra el pueblo, forman parte de la agresiva política de Estados Unidos contra Cuba, en la que también ha recurrido a campañas de descrédito y  disímiles calumnias.

La última apunta a una supuesta injerencia del país caribeño en los comicios de noviembre último, una difamación de las agencias estadounidenses de inteligencia desmentida incluso por el actual gobierno de Estados Unidos que confirmó que Cuba no intervino, ni lo intentó, en el proceso electoral.

Ya tras la derrota de Donald Trump abogados vinculados al entonces presidente, recuerda el sitio digital Cubadebate, hablaron por primera vez sobre lo que llamaron interferencia de la Mayor de las Antillas, una declaración desmentida por el canciller cubano, Bruno Rodríguez.

Al referirse a la falsa acusación, el Director General para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, subrayó que "La mentira forma parte de la guerra sucia contra Cuba".

Una guerra que bajo el mandato de Trump tuvo una escalada y comprendió otra vez la inclusión del archipiélago cubano en la unilateral lista de países que al entender de Washington apoyan el terrorismo.

Un planteamiento totalmente carente de veracidad. Cuba siempre ha dejado claro su defensa de la paz y estabilidad mundial, ha sido garante en procesos de paz y nunca ha invadido a otro país, ni fomentado la desestabilización de otros territorios.

Por el contrario ha sido objeto de campañas mediáticas de Estados Unidos y de elementos de la ultraderecha de origen cubano, asentados en Miami, que sin importarles el bienestar y la voluntad de los cubanos quieren el mantenimiento del genocida cerco económico y buscan crear el caos que lleve a un estallido social.

Y que ahora además, buscan desmeritar los avances de la biotecnología cubana a la que debemos cinco candidatos vacunales contra la COVID 19. Han hablado de supuestas reacciones graves en los niños que han recibido la dosis de Soberana 02, cuando en ninguna fase del ensayo clínico ha sido aplicada en menores.

Cuba no fomenta la guerra, ni la violencia, por el contrario aboga por la solidaridad, el humanismo y relaciones internacionales basadas en el respeto mutuo.

Las brigadas médicas que han apoyado y apoyan en varias naciones el enfrentamiento a la COVID 19 y en otros momentos han ayudado a elevar los índices sanitarios de numerosos pueblos hablan de la vocación humanista de la revolución cubana.

Una asistencia médica que igualmente han intentado desprestigiar al vincularla al tráfico de personas, desconociendo el criterio de gobiernos, autoridades sanitarias mundiales y ciudadanos que han calificado de invaluable la cooperación.

Pero son muchas las calumnias lanzadas contra la Mayor de las Antillas que han servido de pretexto para recrudecer la política hostil del norteño país. Un ejemplo: las acusaciones de ataques sónicos contra diplomáticos estadounidenses en territorio cubano.

Una falsa acusación esgrimida por la administración Trump para reducir su personal en La Habana y de paso atacar al sector del turismo, al emitir una alerta de viaje sobre Cuba que calificó como un país inseguro, a pesar de que nunca se ha encontrado evidencia alguna sobre esos supuestos ataques.

Larga es la lista de agresiones e infundios de Estados Unidos contra Cuba que no han logrado doblegar a los cubanos, ni disminuir el apoyo y respeto con que cuenta el archipiélago en el mundo.