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Por: Roberto Morejón
El narcotráfico está asociado en América Latina a un creciente trasiego de armas ilícitas, en gran parte provenientes de Estados Unidos, un problema que hace más complejo el combate al primero de esos flagelos.
A tono con esa apremiante realidad, el gobierno de México exhortó recientemente a la OEA , Organización de Estados Americanos, a robustecer la ofensiva contra la compraventa ilegal de armas en la región.
En el criterio del gobierno de México, en el subcontinente podrían plantearse iniciativas a fin de neutralizar ese flujo, mayormente prohibido, con impacto de altos costos humanos y sociales.
A México le asisten razones para recabar comprensión acerca de un grave problema, pues cerca de 42 por ciento de los homicidios en todo el territorio al sur del Río Bravo se cometen con artefactos de fuego.
En el caso específico de ese país, ingresaron en los últimos diez años por vías subrepticias entre 2.5 y 3 millones de armas de fuego, buena parte de las cuales pasaron a manos de las bandas del crimen organizado.
Las estadísticas de México señalan que 70 por ciento del arsenal entró clandestinamente al país por Estados Unidos y el resto provino de Europa.
Otras naciones lamentan asimismo la corriente arbitraria de armas, pues de 2014 a 2019 más de 15,400 fueron incautadas en países centroamericanos, y cuando rastrearon su origen surgió Estados Unidos.
Recuérdese el auge de las pandillas juveniles en Honduras y El Salvador, con acceso a un creciente mercado de artefactos de fuego que les sirve para extorsionar y matar.
Mas de seis mil de esos implementos recuperaron en países del Caribe en el mismo lapso y cerca de 11,800 recogieron en Canadá, todos procedentes de Estados Unidos.
No es complicado hallar la explicación. En ese último país norteño están abiertos cerca de 130 mil expendios de armas.
Es conocida la facilidad de adquisición allí de tales artilugios a pesar de las frecuentes masacres en colegios y universidades e incluso los crímenes de odio, como los ocurridos recientemente contra personas de origen asiático.
América Latina tiene todo su derecho a exponer preocupación sobre el flujo ilegal de armas procedentes del país citado, con repercusiones graves en la región.
Si en Estados Unidos pusieran coto al frenético mercado de armas, no solo los nacionales se beneficiarían.