Una pandemia atómica

Editado por Maite González Martínez
2021-06-09 07:18:29

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Beatrice Fihn (izquierda) es la presidenta de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares. Reuters

Por: Guillermo Alvarado

Durante 2020, cuando la pandemia de covid-19 prácticamente paralizó a buena parte del mundo y mandó al desempleo y la pobreza a una cantidad enorme de familias, los gastos en armas atómicas anduvieron por los 72 mil millones de dólares, o sea mil 400 millones más respecto al año anterior.

Así lo denunció en Ginebra, Suiza, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, ICAN, una organización no gubernamental que lucha por eliminar esos mortales artefactos y que en 2017 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz.

Es decir que cuando los progresos que la humanidad había hecho para contener los flagelos del hambre y la pobreza se fueron por el tragante a causa de la crisis sanitaria, las potencias atómicas encontraron la forma de gastar un dinero que habría salvado millones de vidas y evitado el colapso global.

Si lo prefiere escuchar de otra manera, mientras científicos, personal de la salud, instituciones y unos pocos gobiernos lucharon para crear vacunas, tratamientos y salvar vidas, los fanáticos del fuego nuclear mejoraron sus arsenales destinados a borrar la vida del planeta, o el planeta mismo.

Por supuesto que Estados Unidos estuvo a la cabeza de este empeño, con un gasto de 37 mil 400 millones de dólares.

Recordemos que el expresidente de la principal potencia militar, Donald Trump, tomó dos decisiones que aceleraron esta insensata carrera que no garantiza la seguridad de nadie, pero nos pone a todos en peligro.

La primera fue modernizar sus bombas y toda la tecnología necesaria para mantenerlas operativas, o sea en condiciones de ser lanzadas en cualquier momento, tanto las que están en su propio territorio como en varios países de Europa y otros sitios del planeta.

Otra medida fue abandonar el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio que Washington había firmado con Rusia, un pacto considerado histórico que no resolvía el problema de la proliferación de estas armas, pero servía de contención a una parte de ellas.

Naturalmente esto causó preocupación en Moscú, Corea del Norte y China y alentó a otros países, como Reino Unido, Francia, Pakistán, India e Israel a seguir los pasos del pentágono.

Algunos de ellos firmaron jugosos contratos con empresas del sector militar, de defensa y aeroespacial, que tuvieron enormes ganancias en la jugada.

El informe de ICAN dice que once corporaciones occidentales se beneficiaron con estos acuerdos, pero las que mayor tajada recibieron son Northrop Grumman, General Dynamics, Lockheed Martin y Raytheon Technologies, todas ellas, vaya sorpresa, de Estados Unidos.



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