Foto: PL
Por María Josefina Arce (RHC)
La Franja y la Ruta de la Seda es en la actualidad un prometedor mecanismo para la cooperación internacional. Nacido por iniciativa de China trabaja por una globalización inclusiva con beneficios compartidos.
Cerca de 130 naciones, entre ellas Cuba, y más de 20 organizaciones internacionales han suscrito acuerdos de cooperación con el gigante asiático dentro de este proyecto.
Durante la visita en 2018 a territorio chino del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, se fortaleció el vínculo de la Mayor de las Antillas con este mecanismo. Fue rubricado un Memorando de Entendimiento entre los dos gobiernos para la cooperación en el marco de la Franja Económica de la Ruta de la Seda.
Ahora la nación caribeña se ha incorporado a la Alianza para la Energía de esta iniciativa, que estimula un mayor uso de las fuentes renovables, una aspiración del archipiélago cubano.
En Cuba casi la totalidad de la electricidad se genera a partir de los combustibles fósiles, lo que representa una alta carga financiera, agravada por el bloqueo norteamericano.
A esto se suma que el país está comprometido con el cuidado del medio ambiente, por eso apuesta por un cambio de su matriz energética a partir de un mayor empleo de las fuentes renovables para reducir las emisiones de CO2.
El mandatario cubano ha resaltado la prioridad que tiene el desarrollo electroenergético del país, asociado a las llamadas fuentes limpias, pues es un asunto vinculado a la soberanía, el avance socioeconómico y el cuidado del entorno.
En ese camino se implementan aplicaciones solares para la agricultura, sector doméstico, industrias y empresas de servicio, que se pueden ir extendiendo a raíz de la incorporación a la Alianza Energética de la Franja y la Ruta de la Seda.
La nación asiática ya acompaña desde antes a Cuba en sus planes energéticos. Ha donado a nuestro país cinco MIL sistemas de paneles solares.
Ahora se abren nuevas posibilidades de entrenamiento, asistencia técnica e intercambios en la puesta en marcha de proyectos que tributen al gran objetivo de transformar gradualmente la matriz energética.
El archipiélago cubano tiene grandes ventajas, un capital humano altamente calificado y un potencial de fuentes renovables de energía suficiente y diversificada.
Cuba ha expresado su satisfacción por participar en la iniciativa de China, nación a la que la unen históricos y amistosos lazos desde hace más de seis décadas.