La calle habla

Editado por Martha Ríos
2021-11-03 00:03:47

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Imagen ilustrativa tomada de PL

Por Guillermo Alvarado (RHC)

Las jornadas del segmento de alto nivel de la Cumbre sobre cambio climático de Glasgow, Reino Unido, transcurrieron como estaba previsto, plenas de discursos que van del paternalismo a la buena voluntad, sin faltar algunas paradojas, mentiras e imprecisiones propias de este tipo de encuentros.

No pasó desapercibida la contradicción de que en un encuentro llamado a luchar contra el calentamiento global, varios líderes de grandes potencias viajaron en aviones privados, se desplazaron hasta el centro de convenciones en helicópteros o caravanas de automóviles, todos ellos muy contaminantes.

Tampoco tienen desperdicio las rigurosas medidas de seguridad, con nutridas barricadas en diez cuadras a la redonda del punto de reunión de jefes de Estado y de gobierno, que de esta manera estuvieron convenientemente lejos del grito de las calles que reclaman más acciones y menos discursos.

La cita marcó el retorno de Estados Unidos tras la lejanía de Donald Trump, pero Joseph Biden aparte de dormitar durante los primeros debates, no llevó nada nuevo en sus alforjas, quizás porque hasta ahora mantiene la mayoría de las medidas ambientalistas de su predecesor.

Dijo lo que se dice siempre en estas ocasiones, que hay un reto a la vida y una amenaza a la existencia humana “tal y como la conocemos”, es decir lugares comunes repetidos hasta la saciedad, además de aprovechar la oportunidad para criticar a China, que no quiso ser parte del espectáculo.

Sorpresa y estupor causó el discurso del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien afirmó que en la lucha contra el cambio climático su país “es parte de la solución y no del problema” y que siempre actúa con responsabilidad y con soluciones urgentes.

No le avisaron, parece, que su administración está señalada como una de las más letales para el medio ambiente y que él mismo es responsable directo por la deforestación y otras agresiones contra la Amazonía.

Numerosos activistas denunciaron que se limitó la presencia de defensores de la naturaleza con la excusa de la pandemia de Covid-19, además de los drásticos recortes de visas hechos por las autoridades británicas.

La filipina Dorothy Guerrero aseguró que esta es la conferencia climática “más exclusiva de toda la historia”, en tanto el líder indígena estadounidense Tom Goldtooth denunció que la cumbre está basada en intereses corporativos.

Como se puede ver, nada nuevo está mostrando la llamada “última oportunidad” de salvar al planeta, que sigue el guión del pastorcito aquel que engañaba al pueblo con el grito de ¡que viene el lobo!, hasta que un día por fin, la bestia llegó de verdad, pero él estaba solo.              



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