Por: María Josefina Arce
Para Estados Unidos el año que está por concluir ha sido el más mortífero por incidentes asociados con armas de fuego en la última década. De acuerdo con la organización Archivo de Violencia Armada la cifra de muertos sobrepasó en mil 516 la registrada en 2020.
La entidad, que lleva las estadísticas de este tipo de casos, reveló que solamente entre enero y noviembre pasados las personas que perdieron la vida a causa de estos artefactos fueron más de 43 mil.
Alarmante es también el número de tiroteos masivos que han tenido lugar en 2021, cerca de 690. Una cifra que advierten los analistas está en aumento desde 2014.
Precisamente en las últimas horas en Denver, Colorado, se registraron varios tiroteos. Cinco personas, entre ellas el atacante, murieron y varias resultaron heridas.
Al menos 16 ciudades estadounidenses establecieron nuevos récords en la tasa de homicidios. Entre ellas se cuentan Nueva York, Atlanta, Indianápolis y Filadelfia.
Las investigaciones establecieron que las pistolas fueron el arma más utilizada para cometer esos hechos violentos.
La tenencia de armas de fuego, avalada por la Segunda Enmienda de la Constitución, se ha convertido en un verdadero problema en el país norteño. Y si bien no es el único, es uno de los factores que inciden con fuerza en esta espiral de muertes y violencia.
De acuerdo con las estadísticas, hay 120 armas de fuego por cada cien habitantes en Estados Unidos, un caso único en el mundo.
Encuestas de opinión revelan que 48% de los estadounidenses opina que la violencia con armas de fuego es un problema muy grande en el país, mientras que 53% quiere que se endurezcan las leyes al respecto.
Pero el Congreso ha frenado constantemente normas para limitar el acceso a los distintos tipos de armamentos. Fuerte es la presión de la Asociación Nacional del Rifle y los productores de estos artefactos.
Bajo su presidencia de enero de 2009 a enero de 2017, Barack Obama intentó frenar esa violencia. Presentó un plan, que aunque insuficiente, imponía restricciones a la compraventa e incluía una decena de medidas independientes sobre el tema, sin aprobación legislativa.
Pero la llegada de Donald Trump en 2017 a la Casa Blanca cambió todo. Su discurso de odio, xenófobo y la proliferación de grupos supremacistas blancos incentivaron la violencia armada.
Para colmo ni en medio de la pandemia en 2020 cerraron las tiendas de armas, al declararlas el mandatario negocios esenciales como las farmacias y mercados. El resultado se disparó la venta de estos artefactos.
Ahora el problema está en manos del presidente Joe Biden. En los últimos días grupos contra la violencia armada reclamaron más acciones de la administración para controlar los incidentes con armamento, que se han convertido en la otra pandemia que vive Estados Unidos.