Tragedias evitables

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2022-02-22 07:37:43

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Silvia Izquierdo / AP

Por: Guillermo Alvarado

Más de 175 muertos, un centenar de desaparecidos y alrededor de 200 heridos es el saldo provisional de los deslaves que afectaron a la ciudad montañosa de Petrópolis, en Río de Janeiro, Brasil, de acuerdo con un recuento publicado la víspera por las autoridades.

Las cifras van cambiando a medida que los rescatistas logran remover escombros y capas de lodo y piedras que cubren varias calles de la urbe, mientras crecen las críticas porque no se tomaron medidas oportunas para prevenir un desastre anunciado.

Petrópolis está ubicada a 64 kilómetros de Río de Janeiro y en las últimas décadas se pobló en exceso debido a una etapa de prosperidad económica, que atrajo a decenas de miles de familias originarias de otros lugares del Gigante Sudamericano.

Como ocurre en muchas ciudades latinoamericanas, las personas comenzaron a construir viviendas apiñadas en las laderas de las montañas que rodean el lugar, por lo general sin ningún tipo de planificación urbana y sin las correspondientes medidas de seguridad.

En 2017 unas 20 mil casas, el 18 por ciento del total, estaban en zonas de alto riesgo, sin que se implementara ningún plan de protección.

Según autoridades locales y el mismo presidente Jair Bolsonaro, el problema radica en la falta de recursos para acometer la reubicación de las familias, pero el diario Folha de Sao Paulo reveló que, según informes oficiales, sólo se invirtió la mitad de los fondos destinados a la prevención de desastres.

Este es el evento de su tipo más destructivo en esa ciudad, pero no el único que la afectó hasta ahora. Tales incidentes suelen ser comunes en Brasil, donde las intensas lluvias son frecuentes en el verano austral y en los últimos años eso ha empeorado por el cambio climático.

Así ocurrió hace justo una semana, cuando en apenas tres horas cayó el agua correspondiente a todo un mes, lo que aflojó la tierra y causó una sucesión de deslaves que arrastraron casas, vehículos y personas.

Si bien existe un sistema de alarma para estas eventualidades, la mayoría están ubicadas en el centro de la ciudad y no en las zonas de mayor peligro.

Las labores de rescate se han visto interrumpidas varias veces por nuevos aguaceros y derrumbes, por lo que se teme que el peligro no haya terminado por completo en ese lugar.

Durante mucho tiempo Bolsonaro y sus seguidores negaron la existencia del cambio climático y propiciaron la deforestación de extensas zonas, incluida la Amazonía, pero ahora la naturaleza parece dispuesta a cobrar la cuenta que, desafortunadamente, terminan pagando los más pobres.     



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