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Por: Roberto Morejón
Chile ya tiene el borrador de lo que debe ser la nueva Constitución del país, sustituta de la vigente hasta ahora, cuestionada por avalar un Estado de desigualdad, como herencia de la dictadura de Augusto Pinochet.
La Convención Constitucional de Chile expuso el boceto con cambios acentuados a la institucionalidad, luego de un período de 10 meses de intensas faenas en la redacción, y de no pocos choques entre los exponentes de las diversas tendencias políticas.
Ahora solo queda a una comisión armonizar los 499 artículos incluidos en el bosquejo, para después entregarlo al presidente Gabriel Boric, quien convocará a un plebiscito de rasgo obligatorio, previsto para el 4 de septiembre venidero.
Por lo que se vislumbra, el material de trabajo de la nueva Carta Magna prevé el tránsito desde un Estado subsidiario a uno social de derechos y perfila una democracia que define como “paritaria”.
En el mismo hilo de las variaciones, los constituyentes proponen a sus compatriotas aprobar un texto que presenta a Chile como un Estado plurinacional e intercultural, con reconocimiento a la existencia de diversas naciones y pueblos.
Esa perspectiva y las transformaciones preconizadas para el poder legislativo con la desaparición del Senado, prenden las alarmas en sectores conservadores.
Además, el esquema sugerido, pendiente de una armonización, habla de pluralismo jurídico en lugar de poder judicial y de crear un sistema universal de salud, robustecer la educación pública y amparar el medio ambiente.
Se trata de otras aristas sobre las cuales algunos sectores interesados en ponerle bridas a los cambios ya comienzan a hacer propaganda perniciosa.
Ocurre que las corrientes políticas saben que ahora los chilenos deberán favorecer o no la propuesta de nueva Constitución, la alternativa considerada por muchos como la más plausible, luego del estallido social de octubre de 2019 que sacudió a Chile.
Tal y como se vio en aquella conmoción nacional, existe un gran debate en el seno de la sociedad que ahora continuará de cara al plebiscito de septiembre.
Encuestas hablan del aumento de personas presuntamente favorables a rechazar el texto entregado por la Convención, en este momento en fase de boceto.
Para el gobierno del joven presidente Gabriel Boric, la continuidad del debate sobre el asunto reviste gran importancia, a partir de que él mismo apuesta por el éxito del proceso.
Pero analistas se preguntaron si la desconfianza de muchos chilenos en sus instituciones y dirigentes desde la dictadura hasta el gobierno de Sebastián Piñera, no le jugará una mala pasada a un proyecto constitucional, sin dudas, innovado.