Por María Josefina Arce.

En la etapa más crítica de la COVID 19 en Estados Unidos, bajo la administración del entonces presidente Donald Trump, varios sectores estadounidenses reclamaron la colaboración con Cuba para el enfrentamiento al virus, dado el positivo desempeño de la nación caribeña y los estragos que causaba la enfermedad en el país norteño.

Así por ejemplo, el Consejo Laboral del occidental estado de Washington, que representa a más de 600 sindicatos locales, demandaron al Congreso y al mandatario que levantara las restricciones de acceso a los métodos y fármacos exitosos de la Mayor de las Antillas, como el Interferón, para hacer frente a la pandemia.

En igual sentido se pronunciaron autoridades estaduales, legisladores y personalidades de diversas esferas. Sin embargo, Trump no solo ignoró esos reclamos, sino que en medio de la emergencia sanitaria mundial adoptó nuevas medidas contra el pueblo cubano.

El pedido de los estadounidenses se mantuvo y a solo días de Joe Biden llegar a la presidencia, en enero de 2021, fueron varias las voces que se alzaron a favor de una cooperación entre las dos naciones para beneficio mutuo.

Es así que el ayuntamiento de Seattle, en una resolución,  destacó la larga trayectoria de Cuba en la asistencia médica a otros estados, bajo el lema de que la atención médica es un derecho humano.

En poco más de un año en la Casa Blanca, ha recibido Biden múltiples solicitudes en este camino. Recientemente 26 senadores demócratas pidieron revisar la política hacia la nación caribeña para ayudar a la distribución Internacional de las vacunas anticovid cubanas, en un claro reconocimiento a su eficacia y potencial.

Pero como afirmó el canciller Bruno Rodríguez, el presidente norteamericano no tiene una política propia hacia el archipiélago y sigue los pasos de la anterior administración. 

Biden al igual que su antecesor, deja de lado, entre otras cosas, los logros de Cuba ante la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, que también nos afectó con fuerza en determinado momento, pero que ha sido posible controlar, gracias a las medidas adoptadas y a la campaña de vacunación efectuada con inmunógenos propios, fruto del alto grado de desarrollo de la biotecnología cubana.

Logros reconocidos como vemos en el propio territorio estadounidense y a nivel mundial. El  pasado mes de noviembre la prestigiosa revista Nature  destacó el éxito de la estrategia cubana para desarrollar sus  Inmunos contra la COVID 19 y no esperar al resto del mundo ante el gran desafío.

Enfatizó la publicación que la apuesta de la Mayor de las Antillas dio resultados y fue posible incluso, la inmunización de la población pediátrica, con excelentes resultados.

Un notable logro resaltado también en los últimos días por el diario The Washington Post, que calificó a Cuba como pionera en la vacunación infantil, y compara ese resultado con el hecho de que es ahora finalmente cuando Estados Unidos autoriza ese paso para los menores de cinco años.

El rotativo norteamericano señala los obstáculos que debió sortear nuestro país, ante las medidas coercitivas impuestas por Washington.

El mundo y representantes de la sociedad estadounidense, entre ellos los investigadores, resaltan los avances de Cuba, que tanto pueden favorecer a otros pueblos, incluído el norteamericano. Pero lamentablemente la administración de Biden marcha en dirección contraria.