Por María Josefina Arce.
El consumo de drogas constituye un problema de salud pública a nivel mundial pues conlleva, advierten los expertos, al aumento de los costos de la atención sanitaria al estar asociado a lesiones y decenas de enfermedades.
Aunque en Cuba esta problemática no tiene una gran incidencia, el estado tiene trazada una estrategia que se caracteriza por un enfoque preventivo, dirigido esencialmente a la familia para lo cual cuenta con el apoyo de organismos e instituciones con responsabilidad familiar y educativa.
Un papel importante lo desempeña en este camino el Programa Educativo, que desde 2016 se puso en marcha para evitar la ocurrencia de hechos de esta índole en los centros de enseñanza a todos los niveles.
Es así que se organizan sistemáticamente cursos de capacitación para profesores y directivos, al tiempo que se realizan talleres para las familias con el objetivo de que conozcan en detalle los riesgos del consumo de estupefacientes.
El Sistema Nacional de Educación mantiene un intercambio constante con la Fiscalía General de la República, el Ministerio de Salud Pública, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Organización de Pioneros José Martí.
Esencial es igualmente el trabajo que se desarrolla desde el sistema de atención primaria de salud en materia de drogas. Desde el consultorio del médico y enfermera de la comunidad comienza la orientación y la ayuda.
Asimismo en cada municipio del país existen casas de atención a la salud mental, que llegan hasta las personas afectadas por las drogas y sus parientes y se desarrolla un trabajo de concientización social y de percepción de riesgo, clave para evitar el consumo de estas sustancias que provocan serias afectaciones al organismo de los seres humanos.
Se ha consolidado además, el servicio de consejería profesional que se ofrece desde la Línea confidencial antidrogas, creado en 2002 y extendido a todo el territorio nacional. Las 24 horas del día funciona esta opción de ayuda, gratuita y anónima, apoyada por psicólogos, psiquiatras, médicos, enfermeras y trabajadores sociales.
De acuerdo con el comportamiento del fenómeno a nivel mundial, el Ministerio de Salud Pública, miembro de la Comisión Nacional de Drogas, ha perfeccionado con los años su Programa Nacional de Prevención y Control para las Adicciones y un Plan de Acción, que cuenta con una participación multidisciplinaria e intersectorial.
Nuestro país mantiene una política de tolerancia cero al tráfico de estupefacientes. La Aduana General de la República preserva nuestro territorio de la posible entrada de estas sustancias. Para ello ha llevado a cabo un proceso de modernización tecnológica e informática, teniendo en cuenta además, que cada día los traficantes acuden a nuevos y más sofisticados métodos.
Cuba realiza un importante esfuerzo y dedica cuantiosos recursos para enfrentar el tráfico y consumo de estupefacientes, y para ello también fortalece sus mecanismos de cooperación internacional.