Foto / Articulo 66

Por María Josefina Arce

Más del 73 % de la población de Honduras está sumida en la miseria y el 53% vive en la extrema pobreza, cifras que está decidida a reducir la presidenta Xiomara Castro, pues como afirmó no es posible la existencia de un país con tanta inequidad.

Doce años de políticas neoliberales, implantadas tras el golpe de estado de junio de 2009 contra el entonces presidente Manuel Zelaya, pusieron fin a programas sociales, a la atención de esferas esenciales como la educación y la creación de empleos, lo que llevó a la nación centroamericana a una difícil situación, marcada también por una alta corrupción.

De acuerdo con estudios, la informalidad laboral y la falta de empleo de calidad y bien pagados están entre los factores que contribuyen al incremento de los índices de pobreza.

En la última década Honduras ha sido el país en Centroamérica con un mayor porcentaje de empleo informal, lo que se traduce en una mínima seguridad social para esos ciudadanos y la imposibilidad de acceder a préstamos e instrumentos de ahorro.

La Organización Internacional del Trabajo estima que las personas que laboran en condiciones de informalidad tienen entre dos y cinco veces más probabilidades de encontrarse en situaciones de pobreza.

Un panorama agravado por la pandemia de la COVID 19, la crisis económica mundial, las afectaciones provocadas por los huracanes Eta e Iota de noviembre de 2020 y la falta de compromiso del gobierno del ex presidente Juan Orlando Hernández, que no dio respuesta a las necesidades de la población.

Por eso entre las prioridades del nuevo ejecutivo hondureño, encabezado por Castro, está mejorar las condiciones de vida de las familias hondureñas, a través de un programa integral que cuenta con seis ejes de trabajo, denominado Red Solidaria.

Esta iniciativa, que retoma a la puesta en marcha durante el gobierno e Zelaya, llegara a dos MIL siete comunidades del territorio hondureño, en las que se mejorarán viviendas y se garantizará la educación, una esfera totalmente abandonada durante más de una década, lo que impide la capacitación de los jóvenes y su posibilidad de obtener empleos mejor pagados.

Igualmente se atenderán a las mujeres embarazadas y la desnutrición en la población infantil, de la cual dos de cada diez niños padecen de ese flagelo que amenaza su vida y posterior desarrollo tanto físico, como intelectual.

Grande es sin dudas  el reto para el gobierno de Xiomara Castro, pero grande es también su compromiso con el pueblo de Honduras y su empeño de brindar mejores condiciones de vida a sus compatriotas.