Por María Josefina Arce

El mundo envejece. En la actualidad es cada vez mayor el número de personas que alcanzan una avanzada edad. Es este también un reto para Cuba, donde para el 2030, de acuerdo con las proyecciones,  la cifra de adultos mayores rebasará los tres millones.

Y es que a pesar de ser un país en vías de desarrollo y estar bloqueado durante seis décadas, la Mayor de las Antillas ha puesto en marcha políticas que han llevado al incremento de la esperanza de vida y disminución de la mortalidad.

Este fenómeno, asociado igualmente a una baja tasa de fecundidad y a la migración, centró la atención de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su recién concluido décimo Periodo Ordinario de sesiones de su Novena Legislatura, por los desafíos que representa para la sociedad en cuanto al mercado laboral, demanda de servicios como salud y atención a largo plazo.

En su intervención el primer ministro Manuel Marrero señaló que ante este panorama el país ha trazado estrategias para estimular la fecundidad, con el fin de acercarse en lo posible al reemplazo poblacional en una perspectiva mediana.

Se trabaja en ese sentido y para ello se reestructuró la Comisión gubernamental para la atención a la dinámica demográfica, la cual se apoya para su labor en el Centro de Estudios de Población y Desarrollo, la Oficina Nacional de Estadísticas e Informacion y el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de la Habana.

Pero además, aunque la atención al adulto mayor siempre ha sido una prioridad del gobierno cubano, este sensible tema que atañe a toda la sociedad requiere una nueva mirada, pues se busca garantizar un envejecimiento activo, participativo y saludable.

De ahí que entre noviembre de 2017 y enero de 2018 se realizó la Segunda Encuesta Nacional sobre Envejecimiento de la Población, que abarcó a las 15 provincias cubanas y el municipio especial Isla de la Juventud.

Diversos aspectos se midieron en esta encuesta como el estado de salud de los ciudadanos mayores de 50 años, ingresos y los que requieren de ayuda o apoyo para sus actividades cotidianas.

En aras de continuar brindando una especial atención a este sector se trabaja, precisó Marrero, en la introducción de tecnologías y el desarrollo de nuevos medicamentos de producción nacional destinados a las personas de la llamada tercera edad.

La realidad es que ante los indicadores que presenta el país es voluntad del estado cubano proteger a estas personas. De hecho el nuevo Código de las Familias, aprobado por el Parlamento y refrendado por la ciudadanía en septiembre pasado, consolida la observancia de los derechos de los adultos mayores.

Un sistema de salud universal y gratuito y una seguridad social que no deja a nadie desamparado son elementos favorables para que Cuba haga frente al desafío del envejecimiento poblacional, pero necesita que toda la sociedad se incorpore, aún más, para ofrecer una mejor y concertada respuesta a esta problemática.