El general Tchiani, líder del Consejo de Transición tras el golpe de Estado en Níger
Por Roberto Morejón
Níger, país sin litoral de África occidental, atrajo las miradas del mundo desde el 26 de julio pasado, no por la endémica pobreza sino por un golpe de estado militar.
Miembros de la Guardia presidencial destituyeron fulminantemente al presidente de Níger, Mohamed Bazoum, recluido a la fuerza en su casa por orden del autodenominado Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria.
La expulsión del primer mandatario, la suspensión de las instituciones y el cierre inicial de las fronteras terrestres y aéreas figuraban como las primeras disposiciones de quienes tomaron el poder en Niamey, la capital.
En el criterio de los golpistas, era necesario dar el paso por lo que calificaron de ineficaz respuesta del presidente depuesto y sus fuerzas a la actividad de grupos islamistas violentos en las fronteras de Mali, Níger y Burkina Fasso.
No por casualidad, los dos países vecinos apoyaron el desenlace de los acontecimientos en Níger.
Hablamos de una región que ha vivido seis asonadas desde 2020, por lo que a juicio de algunos no encajaba en Níger el primer presidente electo mediante un proceso político desde la independencia de Francia en 1960.
Importante aliado de países occidentales que ven con mucho interés sus grandes reservas de uranio, Níger alberga además bases militares estadounidenses y francesas y tiene una presencia de soldados de esa última nacionalidad.
Llamativamente, los europeos comenzaron a retirar su personal de Níger en momentos en que la tensión subía, agudizada por las críticas de Estados Unidos y del Viejo Continente a los militares.
Tampoco se quedaron de brazos cruzados los 15 países integrantes de la CEDAO, Comunidad Económica de Estados de África Occidental, bloque que incluso sugirió la posibilidad de intervenir en Níger si se prolonga la separación del presidente Bazoum.
Ante tal postura, los gobiernos militares de Burkina Fasso y Mali apoyaron a la junta que detenta el poder en Niamey.
Y algunos de los manifestantes en las calles alertaron sobre lo que ellos consideran eventual intervención de europeos en Níger.
De manera que la región del Sahel, con un pasado conflictivo, sigue enfrentando las consecuencias de la inestabilidad política, social y económica provocada por el colonialismo y los procesos inestables que siguieron a la independencia.
El casi desértico Níger llena titulares de la prensa mundial, sin que muchos reparen en que en el fondo de los traumas de hoy gravita su endémica pobreza.