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Por María Josefina Arce

Cuando Jair Bolsonaro concluyó su mandato presidencial en diciembre de 2022 dejó un Brasil con una alta cifra de desempleo. Bajo su gestión este índice fluctuó entre 11, 6% y 13,2%, el segundo peor en una década.
   
Cerca de 14 millones de ciudadanos estaban sin empleo, especialmente en los estados de la región nordeste del territorio brasileño, de acuerdo con datos oficiales.
  
La situación, agravada por la llegada de la COVID 19, aunque el mandatario era contrario a las medidas de aislamiento, lo obligó a que revirtiera una de sus primeras medidas. Es así que tuvo que reinstalar en julio de 2021 el Ministerio del Trabajo, que había fusionado en 2019 con el  Ministerio de Economía.
  
La llegada de Luiz Inácio Lula da Silva al Palacio del Planalto en enero del presente año trajo un cambio. Poco a poco el gigante suramericano se va recuperando de la desastrosa gestión del anterior gobierno.
    
De acuerdo con el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, en el último trimestre, que concluyó en septiembre pasado, el desempleo cayó a 7, 7%, la mejor tasa desde febrero de 2015.
   
Entre los sectores que más puestos de trabajo han generado están el de la comunicación, financiero, inmobiliario y administración.
  
La entidad precisó que más de la mitad de  las personas que se insertaron en el mercado laboral lo hicieron en puestos con contrato, lo que les garantiza protección legal, ingreso fijo, seguro médico y derecho a una pensión.
  
Esto  llevó a una expansión del trabajo formal por encima del informal, que no obstante, señaló el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, todavía registra una alta tendencia.
  
Hasta agosto último se habían logrado crear más de un millón 100 mil empleos, una cifra calificada por las autoridades de positiva, pero aún insuficiente, pues aspiran a continuar incentivando un crecimiento en este aspecto.
  
La reanudación  de obras públicas que estaban paralizadas ha sido uno de los elementos que han posibilitado que se vaya a la necesaria reactivación del mercado laboral, que unido a programas sociales del gobierno de Lula da Silva representan una esperanza para los sectores más humildes, que ya en sus dos anteriores mandatos presidenciales estuvieron en el centro de atención y millones lograron salir de la pobreza.