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Por María Josefina Arce
La OMS, Organización Mundial de la Salud, alertó sobre el aumento en todo el mundo de los casos de sarampión y decesos asociados a esa enfermedad, ante la disminución de las coberturas de vacunación, un panorama que se agravó con la pandemia de la COVID 19.
Un reciente informe del organismo mundial, precisa que el pasado año se registró un incremento de 18% en los casos de sarampión, mientras que las muertes crecieron 43%, en comparación con 2021.
En Cuba la estrategia implementada para la erradicación de esta enfermedad viral muy contagiosa posibilitó interrumpir su transmisión y circulación.
En 1993 fue eliminada en el territorio nacional esta dolencia que puede causar complicaciones graves, gracias a las sistemáticas campañas de vacunación, iniciadas hace más de seis décadas por las autoridades cubanas y que han permitido también que otras enfermedades no sean un problema de salud.
El Programa Nacional de Inmunización, de carácter gratuito y universal, se ha mantenido todos estos años, a pesar de las limitaciones que impone el bloqueo norteamericano en la adquisición de insumos necesarios.
El país nunca ha dejado desprotegidos a sus niños ante el sarampión y otras enfermedades. Es así que en medio de la compleja situación creada por la COVID 19 y aunque gran parte del personal sanitario se enfocó en el enfrentamiento al virus, se desarrolló en el país una nueva campaña de vacunación.
Se observaron estrictamente las medidas necesarias en los centros destinados a esta tarea, para evitar el contagio de los menores con la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
En este empeño de inmunizar a su población infantil, el país ha estado acompañado por la UNICEF, Fondo de la ONU para la Infancia, con la donación de vacunas y materiales esenciales para mantener adecuadas condiciones higiénicas en los lugares de vacunación.
Asimismo ha posibilitado reforzar la cadena de frío en las instituciones de salud encargadas de administrar los inmunógenos y garantizar su conservación.
Cuba no ha escatimado esfuerzos para mantener la alta cobertura de vacunación de la población infantil y una activa vigilancia sanitaria, y de ese modo, protegerla del sarampión y diversas enfermedades que pueden afectar su desarrollo e incluso provocar la muerte.
