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Por María Josefina Arce
Faltan pocas horas para que abra sus puertas en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, la vigésimo octava Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, un nuevo intento por frenar la crisis climática que vive el planeta.
A esta cita se llega con un panorama nada esperanzador. Un primer informe sobre el Acuerdo de París, suscrito en 2015, arrojó que el mundo está lejos de cumplir con los objetivos para contener el calentamiento global por debajo de los dos grados.
De hecho al ritmo actual de emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global, el mundo se dirige en el presente siglo a un aumento de su temperatura media entre 2,5 y 2,9 grados.
Así lo confirma el informe anual de emisiones de estos dañinos gases, que constituye una seria advertencia sobre la catástrofe a la que puede enfrentarse el planeta en un futuro no muy lejano.
Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, instó a las naciones desarrolladas, responsables del 80% de estas emisiones, a que líderen una efectiva reducción de las mismas.
Los expertos estiman que es necesario un cambio, incentivar aún más el uso de las fuentes renovables de energía y el abandono de los combustibles fósiles. Una urgencia que choca con los intereses de los más industrializados y de los grandes productores de petróleo, carbón y gas.
Otra cuestión a tener en cuenta es el apoyo a los países menos desarrollados para lograr esa transición energética y mitigar las negativas consecuencias de la crisis climática, pues aunque son los menos contaminantes del planeta, sufren con mayor fuerza los fenómenos asociados al cambio climático.
Ese es el caso de los pequeños estados insulares, que se enfrentan a la degradación de los recursos naturales que sustentan sus economías y peor aún, están en peligro de desaparecer ante el aumento del nivel del mar.
Ante los récords de las temperaturas a nivel global y los cada vez más frecuentes e intensos fenómenos naturales que afectan a la población mundial, es apremiante adoptar acciones y compromisos más ambiciosos a favor del planeta.
La vigésimo octava Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático es una nueva oportunidad en ese camino, que no se debe desaprovechar, pues el tiempo se agota y está en riesgo la supervivencia de la humanidad.