Trump y su campaña electoral. Foto: Los Angeles Time

por Guillermo Alvarado

Estados Unidos ya se encuentra inmerso en la más larga y, previsiblemente, más encarnizada campaña electoral entre los partidos Demócrata y Republicano para ocupar la Casa Blanca y dirigir a la primera potencia económica y militar durante cuatro años, a partir del 2025.

Los rivales son viejos conocidos, ya se enfrentaron antes y ninguno está dispuesto a ceder en la búsqueda de los privilegios del poder, que es en este caso el principal aliciente, más allá de intentar la práctica del servicio público o el bienestar común de sus ciudadanos.

Donald Trump intentará ocupar de nuevo el Despacho Oval, de donde no quiere salir Joseph Biden, a pesar de los líos judiciales que envuelven al primero o el desgaste de la avanzada edad del segundo, en particular las dudas sobre su memoria.

El colérico magnate inmobiliario Trump ya está incendiando las redes sociales, principal caja de resonancia de su campaña, con un lenguaje pantagruélico y en ocasiones apocalíptico.

De esto último tiene uno de sus mensajes más recientes cuando dijo que si no gana los comicios, ocurrirá en el país un baño de sangre.

Normalmente uno pensaría que es una exageración para caldear los ánimos en el arranque de la contienda, pero es muy difícil olvidar o hacer de lado lo ocurrido aquel 6 de enero de 2021, cuando las hordas azuzadas por Trump atacaron el edificio del Capitolio en Washington.

En aquella ocasión corrió sangre y hubo al menos una persona muerta, además de varios heridos y graves destrozos en el emblemático edificio, todo porque el presidente saliente se negaba a aceptar la derrota.

Varios analistas se preguntan qué quiso decir con lo del baño de sangre, frase pronunciada en el contexto a las críticas del magnate a China, país con el que mantiene una especie de vendetta particular.

También es conocido su odio hacia los migrantes y las amenazas que hace contra quienes están en la frontera con México, esperando una oportunidad de entrar a territorio estadounidense y que cada vez son más.

Aún es pronto para conocer tendencias de intención de voto, pero ya Donald Trump tuvo sus primeras bajas cuando su antiguo vicepresidente, Mike Pence, anunció que no lo apoyará en esta carrera electoral.

El caso es que el circo ya está abierto y entretenimiento no faltará, sin olvidar que, lo que ocurra en la cita con las urnas de noviembre venidero, tendrá una repercusión inevitable para nuestra región y el resto del mundo. Guerra avisada, amigos, no mata soldados.