Cuba participates in UN Conference on Climate Change COP29

Por Guillermo Alvarado

Decepción y cólera despertó entre buena cantidad de asistentes a la Cumbre contra el Cambio Climático, COP-29, que se desarrolló en Bakú, capital de Azerbaiyán, tras la oferta de los países más desarrollados de aportar 300 mil millones de dólares para enfrentar el calentamiento global.

La cifra prometida es muy inferior a los 500 mil millones solicitados, y que ya resultaban insuficientes para apoyar a los países pobres, que son los que menos contaminan el medio ambiente, pero donde con mayor crudeza se sienten las consecuencias de este fenómeno.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo que esperaba un resultado más ambicioso, pero aún así llamó a los gobiernos a aceptar este acuerdo como una base, para construir a partir de ella un proyecto más adecuado.

Al conocer la cifra ofrecida el negociador jefe de Bolivia, Diego Pacheco lo consideró como “un insulto a la demanda de los países en desarrollo” y agregó que el pago de la deuda climática es un derecho de los países del sur.

Alí Mohamed, al frente del grupo de países africanos dijo estar decepcionado por un acuerdo demasiado pequeño y demasiado tardío.

Incluso algunos delegados de naciones industrializadas, como la ministra francesa de Transición Ecológica, Agnés Pannier-Runacher, señaló que el pacto es decepcionante y no está para nada a la altura de los retos.

Ante el escaso compromiso de los más ricos, la COP-29 terminó de manera atropellada. El día oficial de la clausura, el viernes de la semana anterior, no pudo concluir por la falta de acuerdos y fue necesario prolongarla hasta el sábado, sin ningún cambio en el panorama.

Incluso los miembros de la Alianza de Pequeños Estados Insulares y otros de los menos favorecidos, abandonaron de manera abrupta una reunión con la presidencia de Azerbaiyán, descontentos con el proyecto de acuerdo presentado a puertas cerradas.

De esta manera quedó una vez más en evidencia que muchos gobiernos de la parte más desarrollada del planeta van a las reuniones a pronunciar su discurso, sin escuchar a los demás y sin ninguna intención de comprometerse en una batalla que corresponde a todos.

El cambio climático ya no es una amenaza, es una realidad y recientes desastres ocurridos en Europa y Estados Unidos así lo demuestran, pero eso no ha facilitado un compromiso mayor.

Incendios, inundaciones y tormentas se multiplican, mientras hay quienes piensan que pueden seguir de observadores sin que el desastre los toque, una conducta temeraria que puede terminar mal para todos.