Imagen: LaRepublica.pe

Por Guillermo Alvarado

Posiblemente no exista ningún presidente en Estados Unidos que exhiba tanto su odio contra los inmigrantes como Donald Trump, un republicano que, curiosamente es hijo de una escocesa y nieto de un alemán, que llegó en plena fiebre del oro a buscar fortuna en ese país norteamericano.

Más aún, su actual esposa, Melania, nació en Eslovenia y sólo se hizo ciudadana estadounidense un año después de su matrimonio con el magnate.

Su anterior mujer,  Ivania, vino al mundo en Checoslovaquia y se casó primero con un austriaco, para obtener un pasaporte extranjero que le permitiera viajar a Estados Unidos.

Por donde quiera que se le vea, entonces, está íntimamente vinculado con el fenómeno de la migración y, sin embargo, el eje central de su discurso resulta ser la deportación de quienes como sus ancestros llegaron hasta allí con el propósito de mejorar sus vidas.

En esta línea, afirma que en su primer día de gobierno, o sea el próximo 20 de enero, adoptará medidas para sellar la frontera con México y pondrá en marcha un plan para ejecutar la mayor expulsión masiva de migrantes jamás vista en la historia.

Incluso está dispuesto a violar las leyes de su país para realizar estas acciones, pues en sus últimas declaraciones aseguró que utilizará al ejército para llevar a cabo la captura y deportación de quienes no tienen regularizada su documentación.

Olvida, o ignora, la existencia de una norma que prohíbe utilizar a las fuerzas armadas para hacer cumplir una ley nacional.

También hace caso omiso de las opiniones de expertos, según los cuales eliminar la enorme fuerza de trabajo barata que representan los indocumentados, será como dispararle al corazón a la economía, sobre todo en ramas como la agricultura.

Además de su odio patológico a los migrantes, que sólo un buen psiquiatra podría descubrir de dónde proviene, el próximo presidente de esa potencia militar y económica, exhibe un cinismo extraordinario.

Preguntado sobre las críticas a la separación brutal de familias durante su primer mandato, que incluyó arrebatar a los hijos de los brazos de sus madres, dijo que ahora planea hacerlo con más humanidad: sacará a la familia completa para que nadie sufra.  Sin comentarios.

Se aproximan tiempos oscuros, de gran incertidumbre y conviene estar preparados, no para lo malo, sino para lo peor.