por Roberto Morejón
Solo con el reporte de que en 2015 Cuba presentó una tasa de mortalidad infantil por debajo de cinco por cada mil nacidos vivos, el sistema de salud cubano tiene motivos de satisfacción, pero a ese acierto se agregan otros que consolidan el prestigio del país.
Cuba logró una tasa de mortalidad infantil de 4,3 por cada mil nacidos vivos, por debajo de cinco por octavo año consecutivo, para reafirmarse entre las primeras del planeta y a la cabeza en el Hemisferio Occidental.
A lo anterior se suma la tasa de mortalidad del menor de cinco años, el primordial rasero de progreso en el bienestar infantil, que alcanzó la cifra de 5,7 por cada mil nacidos vivos, por debajo de 6 por cuarto año sucesivo.
Cuba se sitúa entre los primeros 40 países con más bajo indicador en ese rango de edades, pero además en 2015 la supervivencia de los niños y niñas a los cinco años de edad se mantuvo en 99,4 %.
El año concluido recientemente tuvo otras novedades como la declaración de Cuba como primer país en validar la eliminación de la transmisión materno infantil del VIH-sida.
Mientras en el plano interno se alcanzaban los referentes apuntados, permanecían decenas de miles de médicos, enfermeras y técnicos en numerosos países, en algunos de los cuales, los de menos recursos, la asistencia es gratuita.
En 2015 regresaron a La Habana las brigadas que participaron en África Occidental en el combate al ébola y en Nepal en el socorro a los damnificados por el terremoto del 25 de abril.
Desde 2005, más de 40 brigadas del contingente de colaboración Henry Reeve han llevado su trabajo abnegado y altruista a más de 20 naciones.
Los avances internos y la significativa cooperación exterior son posibles porque el gobierno otorga prioridades a la mejoría del estado de salud de los ciudadanos.
Existe voluntad política, sólida participación social e intersectorial y desarrollo constante de un sistema de salud basado en la formación de capital humano suficiente, con alto nivel de competencia y orientado a la atención primaria.
Todavía se trabaja por una mejor organización de la cadena de atención, pero sin dudas se manifiesta empeño desde el consultorio médico en los barrios hasta los hospitales, aun cuando muchos de estos últimos están en fase de rehabilitación constructiva.
Cuba es reconocida, entre otros progresos, por cumplir la estrategia y plan de acción regionales sobre la salud del recién nacido y la meta de reducir la mortalidad del niño menor de cinco años para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Desde esa plataforma el sistema de salud toma aliento para afrontar nuevos desafíos como los derivados del envejecimiento poblacional y las enfermedades transmisibles y crónicas, que requieren de una atención cada vez más compleja y costosa.