por Guillermo Alvarado

Luego de un año que rompió todos los registros históricos en cuanto a la migración hacia Europa occidental, 2016 comenzó con nuevas tragedias que apuntan hacia la falta de una solución humanitaria en esta crisis acelerada en las últimas dos décadas por conflictos bélicos innecesarios e injustificados.

De acuerdo con un informe del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, ACNUR, el año pasado poco más de un millón de personas intentaron arribar hasta las costas europeas, la inmensa mayoría de ellas por medio de un arriesgado viaje a través del mar Mediterráneo, donde miles perdieron la vida.

El dato es estremecedor, sobre todo si se toma en cuenta que es muy difícil cuantificar la cifra exacta de quienes deciden abandonar su tierra en busca de seguridad, trabajo, pan y oportunidades.

Hay una gran cantidad que aún están en ruta desde lugares remotos, otros prefieren la clandestinidad para evitar una repatriación, sin contar a quienes murieron en el trayecto y no están contabilizados.

Así pues, al millón que reporta ACNUR hay que agregar a cientos de miles fuera de los registros oficiales, por lo que la verdadera magnitud de la tragedia permanecerá desconocida para el gran público.

En lo que sí existe certeza es que la principal causa de este fenómeno son los conflictos armados impuestos por potencias occidentales en regiones como el Oriente Medio, África, Europa oriental y el centro de Asia.

Los flujos masivos comenzaron en 1991 al estallar la guerra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, destinada a desmembrar y hacer desaparecer a la antigua Yugoslavia, y que trajo como colofón los conflictos en Kosovo y Serbia en el curso de esa década.

Una escalada mayor ocurrió tras la invasión a Irak y Afganistán encabezadas por Estados Unidos, a partir de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

El tono mayor del drama ocurrió, sin embargo, tras el comienzo de la guerra impuesta por occidente a Siria en 2011 y que convirtió a ese país en el mayor emisor de refugiados y desplazados de la actualidad.

A esas aventuras bélicas se deben agregar otros factores, todos derivados del injusto sistema colonial y capitalista, entre ellos la miseria extrema, el hambre, las enfermedades y, más recientemente, los rigores del cambio climático que afectan a millones de seres humanos que habitan en países por lo regular no contaminantes.

Hasta el momento en la Unión Europea, principal punto de atención de los migrantes, hacen caso omiso de estas causas y sus programas están dirigidos a eliminar sólo los factores externos del problema, mejorar los controles fronterizos y los filtros de acogida de unos pocos seleccionados y, con menos entusiasmo, luchar contra las bandas de traficantes.

Reportes de las últimas horas indican que 2016 se estrenó con el descubrimiento de los cadáveres de 36 personas que, a pesar del intenso frío y las malas condiciones atmosféricas, intentaron cruzar el mar en un viaje hacia la nada, lo que deja colgando en el aire una vez más la pregunta de ¿hasta cuándo seguirá esta tragedia?