Por: Roberto Morejón

Con lenguaje de la guerra fría, el secretario estadounidense de Defensa, Ashton Carter, pidió al Congreso un presupuesto militar para 2017 que duplicará el del año en curso.

El Pentágono destacó que parte de los fondos suplementarios se utilizarían para combatir al autodenominado Estado Islámico.

De esa forma intenta que la opinión pública “digiera” el abultado presupuesto ante la justa irritación mundial por los desmanes de los terroristas.

Es cierto que el monto requerido dedicaría 7 500 millones de dólares a enfrentar al grupo yihadista, pero otros 3 400 millones de dólares se canalizarían a lo que Estados Unidos califica de “agresión” rusa.

Se trata de una frase recurrente utilizada también por una parte de la prensa occidental al dibujar una imagen distorsionada del presidente Vladimir Putin y de Rusia, por fortalecer su autodefensa ante el peligro en sus fronteras.

Desde la defenestración del gobierno de Víctor Yanukovich en Ucrania, con la abierta intervención de Estados Unidos y Europa, el poder mediático y los círculos políticos presentaron a Rusia como un gendarme expansionista.

Con ese precedente, el secretario Ashton Carter defendió ante el Congreso de su país la necesidad de reforzar la postura en Europa frente a Rusia, con una erogación militar para esa región cuatro veces superior a la de 2016.

Para respaldar la solicitud de un presupuesto total de defensa de 583 mil millones de dólares, el orador apeló a un libreto muy escuchado que ahora tituló “cinco desafíos cambiantes”.

Son ellos la supuesta competencia de poder con Rusia y China, las alegadas amenazas regionales de Corea del Norte e Irán y el peligro del terrorismo.

Con esos soportes, el Pentágono hizo lobby entre los congresistas, muchos de los cuales responden a intereses de las transnacionales fabricantes de armas, en buena parte estadounidenses.

Son los ejecutivos de esas compañías y los de la OTAN los primeros en aplaudir fervorosamente la demanda de un presupuesto militar estadounidense cuantioso.

En caso de recibir luz verde, el Pentágono podrá financiar la rotación de fuerzas en Europa, más entrenamientos y ejercicios, una cifra superior de pertrechos y mejoras en infraestructuras para las aventuras bélicas.

Llegará el turno a más tecnologías futuristas como el cañón de riel, que puede disparar proyectiles a gran velocidad, y los enjambres de microdrones.

Se consolidaría lo que ya es un hecho: el presupuesto de Defensa de Estados Unidos equivale a casi la mitad de todo el mundo y supera el conjunto de los gastos militares de las primeras ocho potencias del planeta.

Apostar por la superioridad aérea, marítima y terrestre sobre alegados rivales es un objetivo irracional porque provoca la respuesta de los aludidos y una nueva réplica de los que desataron la carrera.