Por: Guillermo Alvarado

Una gran indignación causó dentro y fuera de Brasil la arbitraria detención por la policía federal del expresidente Luis Inacio Lula da Silva, artífice de las transformaciones que sacaron de la pobreza a más de 40 millones de personas y reactivaron la economía del llamado gigante sudamericano.

Los fiscales interrogaron durante tres horas al antiguo jefe de Estado, en una medida que dejó atónitos a millones de ciudadanos y causó una inmediata movilización social para protestar contra este abuso y defender la integridad moral de Lula da Silva.

En una nota oficial, la presidenta Dilma Rousseff recordó que durante una investigación se deben respetar los derechos individuales y eso pasa por la adopción de medidas proporcionales, que no deriven en actos más severos de lo necesario.

Lula, dijo, siempre acudió por su propia voluntad cuando fue citado a hacer alguna declaración, por lo que su detención por la fuerza era totalmente innecesaria.

El operativo policial se desencadenó poco después que la revista Istoé divulgó un reportaje, según el cual el senador Delcidio Amaral acusó a Lula y Dilma de interferir en las decisiones judiciales ante escándalos de corrupción.

El mismo Amaral desmintió después la existencia de un acuerdo para hacer la delación y aseguró que no conoce el origen de los documentos citados por la revista.

No cabe duda de que el ataque contra Lula se inscribe en la campaña que la derecha más conservadora de la región, con el apoyo innegable de Estados Unidos, mantiene desde hace años contra los gobiernos progresistas de la región.

Luis Inacio Lula da Silva, recordemos, es un héroe para una buena parte de sus conciudadanos y recientemente había anunciado su intención de lanzar su candidatura para la presidencia en las elecciones de 2018.

Esto, indudablemente, causó enorme preocupación entre los grupos más reaccionarios, que manejan los grandes medios de comunicación donde los intentos de desprestigiar al Partido de los Trabajadores, fundado por Lula, y a la presidenta Rousseff, forman parte cotidiana de los titulares.

Se trata, ni más ni menos, de un esquema similar al que ocurre en Venezuela contra Nicolás Maduro, en Ecuador contra Rafael Correa, y en Bolivia, donde el blanco favorito de la prensa derechista es Evo Morales.

La mano que escribe estos guiones, hay que insistir, no se encuentra en América Latina o El Caribe, sino que está bien resguardada en alguna oficina en Estados Unidos, donde tenebrosas entidades disfrazadas de institutos, fundaciones u organizaciones no gubernamentales conspiran para borrar los sueños de nuestros pueblos, dar marcha atrás a todos los beneficios conseguidos durante los últimos años y echar de nuevo el dogal de la doctrina neoliberal en sus cuellos.

Lula aseguró tras el abusivo interrogatorio a que fue sometido, que los fiscales “encendieron en mi la llama. La lucha continúa.”

Agregó en antiguo líder sindical que si lo quieren derrotar, lo tendrán que enfrentar en las calles, donde, opinamos, es tiempo ya de que los pueblos salgan combativos a defender sus derechos y sus conquistas.