Conflicto en Afganistán parece interminable

Editado por Maria Calvo
2016-07-08 11:41:13

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por Roberto Morejón

La guerra en Afganistán y la asociada presencia militar foránea parecen interminables, y para calzar esa impresión fue suficiente el anuncio de Estados Unidos de hacer más lento el tan pregonado proceso de retirada de sus efectivos.

El gobierno, el Pentágono y el propio presidente Barack Obama volvieron a revisar sus planes de partida de fuerzas del país centroasiático, al dejar hasta enero de 2017 cerca de 8 400 militares, en lugar de los 5 500 previstos.

No es la primera vez que el gobierno estadounidense se retracta de las previsiones de retirada, con el argumento de la necesidad de entrenar a las fuerzas armadas afganas.

Según la óptica de Washington, en Afganistán el grupo terrorista Al Qaeda intenta reagruparse, el autodenominado Estado Islámico pretende expandirse y los talibanes siguen con sus acciones.

Al margen de verosimilitud o no de las afirmaciones, la población afgana está desalentada por la persistente violencia a 13 años del ataque y ocupación de tropas estadounidenses, apoyadas por la OTAN.

Si bien el mando militar extranjero en Kabul, la capital, afirma que las tropas afganas dominan las principales ciudades y vías de comunicación, analistas adjudican a los talibanes más territorio que en ningún otro momento desde el inicio de la aventura bélica de Occidente.

El Pentágono reconoció el mes pasado que las muertes por la guerra en Afganistán se incrementan, incluidas las de civiles, al tiempo que sus habitantes dicen estar menos seguros.

Tanto es así que los afganos son una de las poblaciones de refugiados más grandes del mundo.

Los desplazados internos se elevan a un millón 200 mil personas, más del doble en relación con 2013, en tanto otros 2 millones residen fuera de las fronteras internas.

Los desarraigados viven al límite de la supervivencia con limitaciones de agua, alimentos, albergue y atención médica, sin que las autoridades civiles mejoren sus condiciones.

Las víctimas de la conflagración también aparecen del lado de los ocupantes.

Desde que Washington inició la guerra contra Afganistán en octubre de 2001, más de 2 280 norteamericanos murieron y otros 17 680 resultaron heridos.

El costo total aproximado de las operaciones rebasó el billón de dólares, según datos oficiales.

Se trata entonces de un conflicto estancado, con requerimientos financieros abultados y en peligro de intensificarse con el apoyo de la OTAN, cuyos ejecutivos aplaudieron la decisión de Estados Unidos de hacer más lenta la devolución de sus efectivos a casa.

Las acciones de los extremistas se funden con la deplorable secuela de los invasores y ocupantes para llevar a pueblos enteros a situaciones límite, como en Afganistán, donde la preservación de la vida de civiles pasa a planos secundarios.



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