Por: Guillermo Alvarado
La conservadora Theresa May, de 59 años, asumió su cargo como Primera Ministra del Reino Unido para convertirse en la segunda mujer que ocupa esa alta magistratura después de Margaret Thatcher, cuya administración dejó un mal sabor tanto entre sus compatriotas como en otros lugares del mundo.
No son sencillos los retos que la nueva jefa de gobierno tendrá que enfrentar en los próximos meses, entre ellos el de ejecutar la salida de esa nación de la Unión Europea, el denominado Brexit, lo que constituye una paradoja porque si bien con poco entusiasmo, ella hizo campaña por la permanencia en ese bloque.
Tiene además la tarea de conseguir la unidad de su partido, dividido tras el referendo, e incluso de congregar a la nación alrededor de la nueva realidad que se irá concretando en la medida en que se vayan rompiendo los vínculos que la ataban al mecanismo integrador que decidió abandonar.
De acuerdo con la mayoría de los analistas, May, quien ocupó durante muchos años la cartera del Interior, es una mujer con un carácter enérgico, pero cuyas concepciones políticas e ideológicas cambian con demasiada frecuencia de acuerdo con el momento que toca vivir. En el mejor de los casos, se le considera una persona pragmática.
Ejemplos de esta conducta los hay en su actuación hasta ahora. En uno de sus últimos discursos, antes de ser nombrada primera ministra, afirmó que “en el Reino Unido de hoy en día, si naces pobre te mueres nueve años antes que si eres rico. Y si eres negro, el sistema judicial te trata con mucha mayor dureza que si eres blanco. Y si eres de clase trabajadora, tienes infinitamente menos posibilidades de ir a un buen colegio. Y si eres una mujer, estás condenada a ganar menos que un hombre”.
Un discurso poco común en las filas conservadoras, pero que contrasta por ejemplo con la feroz campaña emprendida por Theresa May contra los inmigrantes, durante la que empapeló buses y paredes de Londres con la frase “go home”, váyanse a casa.
También aplicó una normativa que niega a los ciudadanos británicos el derecho de llevar al país a su cónyuge o hijos extranjeros, si ganan menos de 20 mil euros anuales, lo que causó gran malestar entre la población.
En este vaivén, los analistas ven complejo discernir cuál será su orientación, pero lo que si parece seguro es que a pesar de haber apoyado la permanencia en la U E, está dispuesta a llevar la separación hasta las últimas consecuencias, como lo reflejó en su frase: “Brexit, es brexit, y lo convertiremos en un éxito”.
No queda, pues, más que esperar y ver por qué camino conducirá al Reino Unido en los próximos años y cuál será su relación con sus antiguos socios.