Los equipos de rescate percibieron la respiración de una de las menores entre los edificios venidos abajo y comenzaron a excavar con sus propias manos, “trabajando con mucha delicadeza”, tal y como explica Angelo Moroni, uno de los bomberos que tomaron parte en su liberación.

Giulia y Georgia se convirtieron ayer en la imagen de la esperanza en Italia al ser rescatadas de entre los escombros de lo que eran sus casas. Desconcertadas y llenas de polvo, el rostro de ambas niñas dio la vuelta al mundo al mismo tiempo que daba aliento a un país que vive como un triunfo cada nuevo rescate entre las ruinas de las zonas afectadas por el sismo.

La pequeña Giorgia, de apenas cuatro años, había permanecido sepultada durante 17 horas en uno de los puntos más devastados de la localidad de Pescara del Tronto, bajo las ruinas de lo que era su habitación.

“Reaccionó bien, nada más salir pidió agua”, cuenta el bombero, Moroni, que también expresó su deseo de que la pequeña no recuerde nada de lo que le pasó. Y es que, junto a ella, también encontraron el cuerpo sin vida de su hermana mayor, de nueve años, que le salvó la vida al ponerse encima de ella para cubrirla.

En tanto, Giulia, de 10 años, también fue rescatada. Lo primero que hizo nada más salir del infierno de debajo de los escombros fue abrazar a uno de los bomberos que ayudó en las labores de rescate.

Había permanecido durante horas entre las ruinas de los edificios que antes conformaban el idílico enclave de Amatrice. Su rescate fue bastante parecido al de Giorgia, ya que bomberos y voluntarios se dedicaron a quitar con sus propias manos los cascotes que estaban sobre ella.

El bombero al que Giulia se aferró la cogió por debajo de los hombros y tiró de ella hasta que salió a la superficie con su pequeña sudadera gris y su rostro asustado.

Tomado de Cubasi.