Por José Luis Alonso Lanza
Desde mucho antes del 1ro de Enero del 1959, ya la Revolución Cubana, comandada por Fidel Castro, constituía una piedra en el zapato de los gobernantes de los Estados Unidos de América (EE.UU.).
El arribo de los barbudos al poder, apoyado por todo el pueblo, impulsó más de una disposición, que si bien favorecía de facto a los cubanos, perturbaba los intereses de los EE.UU.
La Ley de Reforma Agraria, en principio, provocó que la administración de Eisenhower, prepara una agenda exclusiva para derrocar el naciente proceso revolucionario.
Numerosos aspectos de dicha agenda, hoy ya son públicos a través de los documentos denominados: “Las joyas de la familia”, en los cuales aparecen: esquemas operativos para asesinar a Fidel, bloqueo económico, propaganda contrarrevolucionaria y el apoyo a grupos armados dentro de Cuba.
Entre estos planes, se estructuró la invasión de Bahía de Cochinos, donde las súper tropas entrenadas por la CIA y el pentágono, fueron totalmente vencidas en menos de 72 horas.
Si bien la llegada al poder con un apoyo totalmente popular, dentro de las operaciones enumeradas en las “Las Joyas de la familia” se destacó la “Operación Mangosta”. A través de este plan, se pensaba llevar a cabo un incidente parecido a lo sucedido con el U.S.S. Maine, pero esta vez, en la base de Guantánamo.
Con esta justificación podrían invadir a Cuba, utilizando las propias fuerzas armadas de los EE.UU. Como diría mi difunta abuela, no hay nada entre cielo y tierra que no se llegue a conocer. La Operación Mangosta fue tan, pero tan secreta, que fue detectada por los servicios de inteligencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), los cuales de inmediato lo notifican a Cuba.
Durante el verano y el otoño del 1962, mientras el abogado Donovan, negociaba con el gobierno cubano el regreso a EEUU de los mercenarios que atacaron Girón, otra operación se gestaba.
En aquel momento, aparece la coyuntura, pues el líder soviético Nikita Jrushchov, propuso al Comandante en Jefe, la instalación en Cuba de cohetes de alcance medio, como medida disuasiva contra los planes de los EE.UU.
En un inicio la idea no fue aceptada por la dirección de la Revolución. Fidel veía, como elemento más fuerte, un acuerdo militar Cuba-URSS, donde se podía establecer que un ataque a la Isla por parte de los estados Unidos, se considerara como un ataque directo a la URSS.
Vaya a saber que pasó en ese momento por la mente de Jrushchov, pero no estuvo de acuerdo con el plan. Insistió en la instalación de dicha batería de cohetes de alcance medio, y agregó que su plan, además de ayudar a proteger a Cuba, aumentaba la capacidad defensiva del bloque socialista.
Fidel aceptó, pero solicitó que el traslado e instalación de los cohetes se realizara de forma pública, algo que este autor considera adecuado, pues desde 1959, ningún movimiento social o político en Cuba, se había llevado a cabo de manera encubierta.
Los soviéticos estaban en desacuerdo con esta idea, al menos hasta que los cohetes estuvieran operativos.
Por su proximidad geográfica entre Cuba y Estados Unidos -y sobre todo la posición adoptada, para la instalación de los misiles-, una base de este tipo potencialmente podía quebrantar a los EE.UU., compensando la provisión soviética de misiles de alcance intercontinental y por lo tanto, igualando la amenaza que significaba para el pueblo soviético los misiles estadounidenses emplazados, en aquel entonces, en Turquía, estado fronterizo con la URSS, y en la República Federal Alemana.
Jrushchov y la dirección del gobierno soviético, decidieron asegurar la Isla con la instalación de bases de misiles, con capacidad para alcanzar Estados Unidos y dispuestos para llevar cabezas nucleares. Daban así un paso más en la carrera armamentista que caracterizó el período de la Guerra Fría entre estas dos potencias.
La URSS denomina este plan “Operación Anádir”, código secreto utilizado y destinado para desplegar los misiles balísticos, bombarderos y una división de infantería mecanizada en Cuba y crear una fuerza capaz de prevenir o defender de una invasión por parte de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos[1].
Tras el fracaso de la invasión por Bahía de Cochinos (abril de 1961), el gobierno soviético dispuso, en mayo de 1962, establecer una fuerza militar en suelo cubano bajo el mando operativo del general Issa Pliyev, veterano oficial condecorado de la Segunda Guerra Mundial.
Como complemento, la URSS habilitó la “Operación Kama” en la cual cuatro submarinos soviéticos cargados con torpedos nucleares partirían hacia Cuba para emplazar una base naval. Esta operación fracasó cuando los submarinos fueron detectados por buques estadounidenses.
Creo que desde el primer día de la Guerra Fría, hasta hoy, con una guerra no tan fría con métodos y logística más avanzados, los estadounidenses, han querido tener inteligencia de todo lo que se hacía en la URSS y los países del este, y como es natural en Cuba a partir del 1961. la consecuencia de ello fue, el inicio de los vuelos espías de los famosos U-2, los cuales cruzaban como piratas los cielos socialistas, tanto en Europa como en Cuba[2].
Los aviones U-2, sobrevolaban la Isla desde inicios del 1959, fecha esta, donde, erróneamente, se había dado la noticia de que en Bahía de Cochinos se había establecido una base de proyectiles. Ya en 1962, dos aviones U-2, sobrevolaron los cielos cubanos mensualmente.
En agosto del mismo año, las fotos tomadas sobre Cuba, mostraban proyectiles anti aéreos SA-2 desembarcados en puertos cubanos. Y este hecho también provocó la intensificación de los vuelos. En las cinco semanas comprendidas entre el 29 de agosto y el 7 de octubre, 7 aviones U-2 volaron sobre cielos cubanos.
Por situaciones, digamos de carácter logístico, la CIA se retiró de los vuelos sobre Cuba, y encargó para ello a pilotos de la Fuerza Aérea de los EE.UU., por lo cual, en su primera misión el 14 de octubre, el Comando Aéreo Estratégico de Estados Unidos (SAC), regresa con fotos de proyectiles balísticos móviles de alcance medio MMRBM, en San Cristóbal a 100 kilómetros al suroeste de La Habana.
El 16 de octubre, el grupo a cargo del análisis de la información brindada por los U-2, se entrevistó con el presidente Kennedy en la Casa Blanca, esto sucedía a las nueve de la mañana.
Ya a las 11:45, el grupo, denominado operativamente como Comité ejecutivo (Excomm), se reunió con los hermanos Kennedy, Lyndon Johnson, Rusk MacNamara entre otros personajes del gobierno y de la CIA.
En el encuentro, el presidente Kennedy, presentó las dos únicas alternativas: destruir las instalaciones con un ataque aéreo o entrar en negociones con Jrushchov.
En atención a un análisis exhaustivo del caso, el 22 de octubre del 1962, como acuerdo del Excomm, Kennedy ofreció por televisión un mensaje de 17 minutos, donde da a conocer la instalación de los cohetes soviéticos en Cuba y la imposición de un bloqueo aéreo y naval a partir del 23 de octubre; este segundo elemento lo consideró como un paso “inicial”, pues en caso de ser necesario utilizaría la fuerza militar para lograr la retirada de los proyectiles.
En su discurso a la nación, del presidente Kennedy recalcó:”…será política de esta nación, considerar cualquier proyectil lanzado desde Cuba contra cualquier nación del Hemisferio Occidental, como un ataque de la URSS contra los EEUU, que exigirá plena respuesta de represalia contra la URSS”.
En verdad, es conocido, que en estos momentos los EEUU no estaban al 100 por ciento de disposición combativa para una guerra nuclear, y además, era conocido, por informaciones de un general soviético que la URSS, tampoco.
Esto daba cierto margen a EE.UU. para lograr sus objetivos, y durante 4 días, solo comparando con el bloqueo de Berlín, el mundo en general nunca antes había estado a las puertas de un holocausto atómico como en octubre del 1962.
Sin mediar jamás la voz de Cuba, sin participar en ninguna interposición, el 26 de octubre el gobierno soviético enviaba a Washington D.C. un mensaje personal de Jrushchov a Kennedy para llegar a un acuerdo: los buques soviéticos se retirarían si el gobierno estadounidense lanzaba una declaración pública renunciando a derrocar el proyecto socialista de Cuba y a no patrocinar ningún ataque bélico con ese fin. Seguidamente EE.UU. recibió un segundo mensaje de Jrushchov, el cual planteaba, además, que el gobierno estadounidense debía retirar el anillo de bases de proyectiles en tierras turcas, en la frontera con la URSS.
Kennedy estuvo de acuerdo en la primera petición de Jrushchov, pero jamás aceptó retirar los proyectiles de Turquía, a pesar, de que ya se había decidido descartar este armamento en función de los submarinos atómicos, los cuales tendrían el mismo objetivo que dichos cohetes.
Los diplomáticos soviéticos y estadounidenses realizaron urgentes y continuas negociaciones secretas en Washington y en Moscú, y transmitieron las propuestas de uno y otro bando para solucionar la crisis durante todo el día 27.
No obstante, en las conversaciones estuvo excluida Cuba, en tanto el gobierno soviético se negó a realizar consultas sobre el tema con el gobierno de La Habana.
Ya el 26 de octubre el gobierno cubano había pedido a Jrushchov no ceder ante Kennedy pues una invasión estadounidense contra Cuba se consideraba como “inminente”.
Las tropas soviéticas estacionadas en Cuba recibieron órdenes de permanecer en sus puestos hasta recibir nuevas órdenes de Moscú, manteniendo bajo su exclusiva custodia todo el arsenal nuclear.
El 28 de octubre, la URSS anunció la retirada de los cohetes de Cuba, su desmantelamiento y regreso a la URSS bajo la observación de inspectores de las Naciones Unidas.
Cuba, jamás permitió ninguna inspección. Es más, siempre estuvo en contra de la retirada de los cohetes, pues ni siquiera fue tomado en consideración su punto de vista. Los EE.UU. había obtenido, posiblemente, la mayor victoria de la Guerra Fría, la crisis de los misiles había pasado.
A pesar de ello, este triunfo de Kennedy se vio comprometido cuando Cuba se opuso a ser inspeccionada. Este hecho provocó que los republicanos sostuvieran la idea de la continuidad de las tropas rusas y los proyectiles balísticos de corto alcance en Cuba.
Al frente del ataque republicano, estuvo el senador Keating, quien tenía reputación como experto en inteligencia, y había declarado doce días antes del discurso de Kennedy del 10 de octubre, la existencia de los cohetes en Cuba, este senador republicano declaró:
“…Hay pruebas absolutamente confirmadas e innegables de que los soviéticos mantienen las bases de proyectiles de mediano alcance que habían construido previamente en Cuba, pueden tener proyectiles dejados en la Isla y solo tienen que sacarlos de las cuevas…Sin una inspección sobre el terreno, es difícil pensar cómo podremos jamás conocer la verdadera situación de los proyectiles en Cuba.”
En respuesta a esto, Kennedy decidió que MacNamara, el 6 de febrero del 1963, presentara la evidencia tomada por los U-2, en la cual reflejaban la inexistencia de proyectiles balísticos en Cuba y su compromiso a no sobrevolar el espacio aéreo de la Isla.
[1] El gobierno de la URSS remitió a Cuba 24 plataformas de lanzamiento, 42 cohetes R-12 (incluyendo seis destinados a realizar tareas de entrenamiento), unas 45 ojivas nucleares, 42 bombarderos Ilyushin Il-28, un regimiento de aviones de caza que incluía a 40 aeronaves MiG-21, dos divisiones de defensa antiaérea soviéticas, cuatro regimientos de infantería mecanizada, y otras unidades militares,
[2] Algo que hoy se sigue practicando por parte de los EE.UU por medio de sus satélites de observación y espionaje.
(Tomado de Cubadebate)