Mas allá de las arenas de Playa Girón, el girón político

Editado por Martha Ríos
2017-04-19 15:30:31

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El líder Fidel Castro dialoga con los milicianos durante la invasión a Playa Girón, 17 de abril de 1961. Foto: Joaquín Viñas.

Por Elier Ramírez Cañedo*

A pocos meses de llegar a la presidencia de los Estados Unidos por el partido demócrata, el joven John F. Kennedy, acostumbrado a obtener victoria tras victoria, sufrió la mayor derrota de toda su carrera política: el fiasco de Girón.

Aunque siempre tuvo sus dudas con el éxito de la llamada Operación Pluto, no le quedó más alternativa que darle continuidad a la herencia maldita que le había dejado la administración Eisenhower. El espíritu de revancha que se impuso en la administración Kennedy conduciría luego a la Crisis de Octubre de 1962.

Mucho se ha escrito en Cuba y en el exterior sobre la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de 1961. Sin embargo, decir que ya todo está planteado sobre este importante acontecimiento histórico, constituiría un criterio superficial. Lo cierto es que aún quedan aristas poco conocidas y divulgadas, así como documentación por desclasificar, tanto en Cuba como en los Estados Unidos.

El libro Batalla por la indemnización. La segunda victoria de Girón, del historiador Eugenio Suárez y su esposa, la profesora e investigadora Acela Caner Román, quienes se han acompañado durante años de laboreo científico, resulta de un extraordinario valor para la ciencia histórica cubana, por los contenidos totalmente novedosos que incorpora en torno a la primera derrota del imperialismo en América.

Pero también su mérito descansa en la valía de la investigación para las batallas ideológicas y culturales en la Cuba de hoy, sobre todo en el nuevo contexto de las relaciones con los Estados Unidos. Creo que no podía ser más oportuna la publicación de esta obra -ganadora del Concurso 26 de julio- por la editorial Verde Olivo.

Los autores cuentan ya con una con una prolífera obra sobre el pensamiento y la vida de Fidel Castro, en especial del papel que desempeñó el líder de la Revolución en acontecimientos tan trascendentales como Girón y la Crisis de Octubre. De ahí que la este texto, que he tenido el honor de prologar, sea también beneficiario de la experiencia acumulada por los autores en empeños investigativos precedentes.

“Los mercenarios fueron cambiados por compotas” es uno de los criterios “establecidos” por la tradición oral. En la Batalla por la indemnización. La segunda victoria de Girón, se explica con lujo de detalles que no fue exactamente así, sino que, por primera vez en la historia, el imperialismo norteamericano se vio obligado a pagar una indemnización de guerra por daños materiales; en este caso, a un país socialista del Tercer Mundo a 90 millas de sus costas.

Aunque la cifra acordada a partir de demanda establecida por los Tribunales Revolucionarios fue de 62 300 000 dólares, finalmente no se hizo el pago íntegro, faltaron alrededor de 10 millones. Una pequeña parte del pago se concretó en efectivo y otra en alimentos, equipos médicos y medicinas para niños.

Dentro de los alimentos había compotas, pero fueron solo una parte de ellos. Evidentemente, como una manera de ridiculizar a los mercenarios quedó en el imaginario popular cubano hasta nuestros días la frase conocida.

En cada página de este libro resalta la estatura moral y visión de estadista universal de nuestro indiscutido líder histórico Fidel Castro. El Comandante en Jefe manejó cada detalle del proceso que terminó en el pago de la indemnización, para finalmente permitir que Cuba alcanzara una segunda victoria también en el plano político, más allá de la obtenida en las arenas de Playa Girón, pues como explicó una y otra vez al pueblo cubano, fusilar a los mercenarios solo empequeñecería el triunfo de abril de 1961.

Estados Unidos y sus aliados fueron sorprendidos por esta posición de Cuba, cuando seguramente ya el imperialismo se alistaba a desatar todo su arsenal mediático para atacar a la Revolución en caso de aplicarse las sanciones más severas contra los invasores.

El sabio manejo que la dirección de la Revolución desplegó en torno a los prisioneros, al no dejarse llevar por la ira y el dolor y plantear la idea de la indemnización, colocó a Washington a la defensiva y la obligó a digerir el precio de la derrota. El proceso resultó ser un castigo moral más para los yanquis.

Luego de conocer la decisión de Cuba, la administración Kennedy, guiada por los clásicos sentimientos de prepotencia imperial, trató todo el tiempo de aparentar que las negociaciones para la liberación de los prisioneros la desarrollaban individuos o instituciones privadas, cuando en realidad estaba al tanto y manejaba los hilos de la operación.

Los artilugios para evitar responsabilizarse directamente con las negociaciones y el destino de los mercenarios, provocaron que el proceso para su liberación tardara 20 meses. Primero se creó el llamado Comité de Tractores por la Libertad y luego el “Comité de familiares”.  

Este último solicitó al abogado neoyorquino James Donovan, que mediara en las negociaciones con Cuba. En realidad, aunque se trató de dar también la apariencia de que Donovan actuaba independiente, estaba a las órdenes de la administración Kennedy y a su regreso a los Estados Unidos debía reportar a la CIA cada detalle de lo conversado con Fidel y su ayudante René Vallejo.

Por otro lado, como bien se explicita en el libro, la conducta humanitaria que manifestó la Revolución cubana hacia los mercenarios fue ejemplar, dándole continuidad a las posiciones que los barbudos del ejército rebelde habían seguido con los prisioneros durante la guerra insurreccional en la Sierra Maestra. El propio Fidel, dedicó parte de su tiempo a dialogar con los invasores.

Como destacan los autores, algo inédito en la historia, pues eran los primeros prisioneros del mundo que, en su totalidad, tenían el privilegio de discutir con el jefe del gobierno que habían intentado derrocar.

Como se muestra en las páginas de esta rigurosa investigación, el proceso de negociaciones que condujo a la liberación de los mercenarios y al pago de la indemnización de guerra a Cuba terminó en diciembre de 1962, aunque la materialización de los acuerdos se extendió hasta mediados de 1963.

Sin embargo, aunque no es objeto de estudio de este libro, es importante señalar que Donovan continuó negociando con Cuba la liberación de varios prisioneros estadounidenses, entre ellos varios agentes de la CIA, convirtiéndose en un puente de comunicación confidencial e indirecto entre ambos gobiernos a través del cual la máxima dirección de la Mayor de las Antillas trasmitió a Washington de diversas maneras su posición –que sería histórica hasta nuestros días- de estar dispuesta a establecer un diálogo, sobre la base del respeto más estricto a la soberanía y los principios de la Isla.

Ya para esa época Kennedy había alcanzado mayor madurez como presidente y aun se hallaba profundamente impactado por los peligros de holocausto mundial que significó la Crisis de Octubre de 1962. De ahí que, en medio de un proceso de distensión con la URSS, comenzara también a pensar con mayor realismo e inteligencia la política hacia Cuba.

Como ha relatado el Comandante en Jefe en varias oportunidades, en el mismo momento en que se produce el asesinato de Kennedy en Dallas, el 22 de noviembre de 1963, él se encontraba reunido con el periodista francés Jean Daniel, quien cumplía el encargo de trasladar un mensaje verbal de Kennedy, que fue interpretado por el líder de la Revolución y el propio Jean Daniel, como un mensaje de paz.

Algunos autores consideran que la disposición de Kennedy de explorar un acercamiento secreto a Cuba fue uno de los motivos fundamentales que estuvo detrás de la conspiración contra su vida y que en ella hubo una participación muy destacada de la contrarrevolución cubana, que además no le perdonaban al presidente norteamericano el hecho de no haber aprobado la intervención directa en Cuba en abril de 1961.

Nadie puede saber con exactitud qué hubiera pasado en cuanto a las relaciones Estados Unidos-Cuba, de no haberse producido el asesinato de Kennedy. Lo cierto es que la administración Johnson, a pesar de que recibió varios mensajes de Fidel que mostraban su disposición a continuar los contactos, se negó en todo momento a establecer cualquier tipo de diálogo con Cuba que implicara la búsqueda de una solución al conflicto o al menos el establecimiento de un modus vivendi.

Solo me resta expresar mi convencimiento de que, la Batalla por la indemnización. La segunda victoria de Girón, será un libro que contribuirá sobremanera a profundizar el conocimiento del público lector sobre un tema que aun tiene mucho que decirnos y aportarnos a los cubanos en las circunstancias actuales y futuras.

(Prólogo a la obra Batalla por la indemnización. La segunda victoria de Girón, de Eugenio Suárez y Acela Cáner, Editorial Verde Olivo, La Habana, 2016)

*Académico cubano. Doctor en Ciencias Históricas. Coautor del libro “De la confrontación a los intentos de normalización. La política de los Estados Unidos hacia Cuba”.

(Tomado de Cubadebate)

 



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