Por Arthur González.
En Estados Unidos cuentan la historia de la llamada Crisis de los Misiles de octubre de 1962, como les conviene, pero siempre ocultando la verdad de que mucho antes de ese suceso, J.F. Kennedy planteaba invadir a Cuba, como represalia por la derrota sufrida en las playas de Bahía de Cochinos.
La Casa Blanca siempre responsabilizó a Cuba de haber permitido la presencia de los misiles nucleares soviéticos, pero no reconoce que Kennedy creó un Grupo Especial Ampliado en su Consejo de Seguridad Nacional en noviembre de 1961, para desarrollar un Programa, bajo la dirección del Fiscal General, Robert Kennedy, y ejecutar acciones que justificaran una invasión a la isla con el ejército estadounidense.
Cuba al conocer por fuentes amigas de esos planes, aceptó la presencia de los misiles como persuasión, con el propósito de evitar la invasión que gestaba el gobierno yanqui.
Documentos oficiales desclasificados permiten analizar en detalles los objetivos de Kennedy, apreciándose que, en noviembre de 1961, muchos meses antes de arribar a Cuba los mencionados misiles, este había ordenado la confección del plan para la invasión.
El 18 de enero de 1962 el General de Brigada Edward G. Lansdale, Jefe de operaciones de la Operación Mongoose, entregó a las más altas autoridades del gobierno de Estados Unidos y al Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad Nacional, el primer Proyecto de 32 tareas preparatorias de la Operación Mongoose (Mangosta).
Ese Proyecto contenía acciones políticas, diplomáticas, económicas, psicológicas, propagandísticas, de espionaje, militares, más la ejecución de actos terroristas.
Todo estaba diseñado para provocar una rebelión del pueblo cubano, lo que establecería las premisas para la intervención militar directa de las fuerzas armadas de Estados Unidos y de sus aliados en América Latina.
Por tanto, es falso que la ocupación militar de Cuba se planificara a causa de la presencia de los misiles soviéticos.
El 15 de octubre de 1962, casi un año después de iniciado el plan Mongoose, fue que aviones espías de Estados Unidos fotografiaron las 36 posiciones de lanzamiento de misiles nucleares soviéticos SS-4 (R-12) y SS-5 (R-14), ubicadas cerca de la Sierra del Esperón y Guanajay, Los Palacios y San Cristóbal, provincia de Pinar del Río y en Remedios, Encrucijada y Cifuentes, en la entonces provincia de Las Villas.
Esas construcciones se iniciaron en el verano de 1962. Cuba tenía derecho a defenderse ante una nueva invasión.
El 22 de octubre el presidente John F. Kennedy anunció oficialmente la presencia de los misiles en Cuba, a la vez que ordenó la preparación de la invasión a la Isla.
Hoy se conoce que el General Maxwell D. Taylor, presidente del Estado Mayor Conjunto, envió el 27 de octubre 1962 un memorando al presidente Kennedy y al secretario de Defensa, Robert McNamara, proponiendo ejecutar golpes aéreos y la invasión, un día antes de que Moscú anunciara la retirada de sus misiles.
El citado memorando desclasificado por la NSA, contenía la Proclama No. 1 del Gobierno Militar, en la cual “se aconsejaba a todos los cubanos a obedecer de inmediato y sin cuestionamientos todas las promulgaciones y órdenes del gobierno militar, advirtiendo que la resistencia a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos sería eliminada por la fuerza, y los responsables de quebrantamientos graves tratados con severidad”.
Y añadía:
“Una vez que el régimen agresivo de Castro haya sido completamente destruido y que Estados Unidos instale un nuevo gobierno receptivo a las necesidades del pueblo de Cuba, las fuerzas armadas de los Estados Unidos se retirarán y la tradicional amistad entre Estados Unidos y el gobierno de Cuba estará una vez más asegurada”.
Sin embargo, de lo que no se habla en Estados Unidos es del documento que remitió el 13 de marzo de 1962, el Jefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor y Jefe de Operaciones del plan Mongoose, General de Brigada Lyman L. Lemnitzer, al Secretario de Defensa, donde se enumeran un conjunto de acciones que podían realizarse, con el fin de justificar la intervención militar de los Estados Unidos en Cuba.
En su propuesta el General Lemnitzer expone:
[…] “Tal plan permitirá la evaluación de proyectos individuales en el contexto de acciones relacionadas entre sí y diseñadas con el objetivo de lograr una justificación adecuada para una intervención militar de EE.UU. a Cuba”.
Para no dejar dudas de cómo trabaja el gobierno de Estados Unidos en su política anticubana, el memorando finaliza diciendo:
“El Departamento de Estado también se encuentra preparando determinadas acciones capaces de justificar una intervención en Cuba”.
Cada acción diseñada contra la Revolución es discutida y consensuada entre los Departamentos que tienen responsabilidad en la política contra Cuba, como lo es la actual historia inventada de los “ataques acústicos” y la decisión premeditada, no precipitada, de retirar a sus diplomáticos de La Habana.
Hay que estudiar la historia de las relaciones entre ambos países para poder entender que, Estados Unidos jamás aceptará un proceso revolucionario en su traspatio, porque como afirmó el 23 de diciembre de 1958, el entonces director de la CIA: “debemos evitar la victoria de Fidel Castro”.
El principal objetivo de Estados Unidos es y será: “Provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que responda mejor a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para Estados Unidos”, como expresa el 1er Plan de acciones encubiertas, aprobado por el presidente Dwight Eisenhower, del 17 de marzo de 1960.
Esa es la historia contada por sus propios documentos y como dijo José Martí:
“Nada hay más justo que dejar en punto de verdad las cosas de la historia”.