Por Gustavo Espinoza M. (*)
Debo reconocer que me equivoqué en mi más reciente artículo comentando la decisión adoptada por el Grupo de Lima referida al Presidente Nicolás Maduro, el mandatario venezolano. No eran 33 -como aseguré- los Jefes de Estado y de gobierno programados para asistir a la VIII Cumbre de las Américas prevista para el mes de abril. Eran 35.
Y si, fueron 12, los integrantes del “Grupo de Lima” los que decidieron “revocar” la invitación cursada a fines de noviembre al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela declarando “no grata” su presencia en la cita. A esos 12, se sumó Estados Unidos, el caporal del barrio, el “Gran Hegemón” como lo llaman los expertos. Entonces, 13 en total Como los de la Isla del Gallo cuando se decidieron allá por el 1,500 venir a conquistar América.
En ese grupo -los del Gallo- no estaba Almagro, quien merodeaba en ese entonces por predios panameños en busca de financiamiento para sus expediciones. Pero en ésta, sí estuvo Almagro –el Secretario de la OEA- aunque jugó un rol muy subsidiario, casi de amanuense, porque el visitador del Imperio –Rex Tillerson- ya había dejado las órdenes en manos confiables, en las de PPK.
Pero igual, 12 no suman la mitad más uno de 35 como podría constatarlo cualquier asistente a la escuela primaria. Y 12, no se pueden tomar la representación de una mayoría inexistente, como se han apresurado a proclamarlo. Y el resto, son 23, con lo cual suman 35. ¿De dónde entonces sacan la idea de “un acuerdo mayoritario”, que Nicolás Maduro Moros debe cumplir?
Es curioso, pero a ninguno de comentaristas de la tele, ni a los analistas de la prensa chicha, se le ha ocurrido preguntar cómo hace la señora Aljovín para asegurar que 12, son la mayoría de 35. ¿Habrá ido a la escuela? ¿Ostentará algún título, o grado, que amerite su elevado dominio de las matemáticas? ¿Tendrá idea de lo que significa sumar cifras numéricas?
Por lo que ha trascendido, el tema ha tenido lugar de manera muy simple el Presidente peruano -en nombre de “todos los peruanos”, por supuesto- dijo en la cita del Grupo que no quería verse con Nicolás Maduro en ese encuentro. Y los 12, tomaron nota de su voluntad y le mostraron su comprensión. De ahí salió entonces algo así como “un parto de los montes”: un ratón, llamado VETO contra el Presidente Venezolano. Ahora, se trata de imponerlo a como dé lugar.
Pero entendamos. La cumbre es una reunión de Jefes de Estado y de Gobierno. Sólo está impedido de asistir, quien no lo sea. Cayetana, por ejemplo, no podría estar allí, porque no ostenta ese rango. Ni Betho Ortiz, ni Aldo M, ni las dicharacheras de la Tele que hablan hasta por los codos contra Maduro sin tener la menor idea de lo que dicen. Actúan como el sacristán distraído, que escucha el sonido de la campana, pero no sabe dónde es la Misa.
Ninguno de los 12 del “Grupo de Lima” tiene derecho a decir que no asista otro, porque ninguno es más -ni menos- que otro. Todos, son pares, es decir, iguales. Y nadie puede resolver tampoco una sanción contra otro. Aunque no se gusten entre sí compartirán ese escenario, porque no tienen otro. Como decía doña Martha Hildebrandt, no les queda otra: “ajo y agua” es decir, a joderse y aguantar, en español castizo.
Pero, además, es claro que una Cumbre de las Américas no se convoca para castigar a uno, o a otro. Se convoca, en el caso, para intercambiar opiniones sobre “los grandes temas”: gobernabilidad, corrupción, democracia. Y si alguno quiere formular una denuncia contra quien esté ausente, deberá recibir, como en natural, una reprimenda lógica: “no haga Ud. cargos contra un ausente”. Y el tema, no podrá discutirse
¿Qué sentido tiene, entonces, este pleito? Ninguno. Tan solo el afán de hacer propaganda -aquí- contra la Venezuela Bolivariana. Y eso, con dos propósitos:
Por un lado, “usar” la causa para debilitar a la izquierda peruana. No porque ella sea, realmente una amenaza; sino porque sus bases sociales –las masas- se movilizan hoy con más fuerza y energía que antes. Y eso, le da miedo a la reacción. Pero también porque esta campañita les sirve para encubrir sus latrocinios, los que quieren ocultar, para que nadie los vea.
Por eso la gente se pregunta ¿Quiénes son los que se oponen a la visita de Maduro? PPK, Keiko, Alan, Aljovín, Galarreta, Del Castillo, González Posada, Castañeda, Becerril, Luz Salgado, Alcorta, es decir, los CORRUPTOS. Ellos no quieren a Maduro porque no es corrupto. Lo detestan, entonces; pero como no pueden admitir eso en tales términos, lo llenan de improperios: Dictador, le dicen.
Esos corruptos pueden hablar en su nombre, pero no tienen derecho a adjudicar a “los peruanos” los esperpentos que salen de su boca. Por eso, cuando Nicolás Maduro les responde, no “ataca” al Perú. Simplemente les contesta a los corruptos. Y les dice lo que son: CORRUPTOS. No se necesita mucho cacumen dialéctico para entenderlo. A ellos habría que decirles lo que le dijera a Monsieur Jazmín Flora Tristán allá por el siglo XIX: “usted no es más que un monito saltarían, un pelele más entre los bufones de la burguesía”.
Bien mirada la cosa, entonces, no hay por qué alterarse. Vendrán a la cita de abril los Presidentes y Jefes de Gobierno que quieran venir. Y nadie podrá ser excluido de ese encuentro porque no le gusta a uno, a 2, o a 12. Porque la política, en el plano de los Estados, se construye por consensos. Y ahí no se admiten ni mayorías, ni minorías. Simplemente entendimientos, a los que se arriban a través del diálogo. Todo el resto, es farfulla. O lo que es igual, una payasada indigna
Por lo demás, PPK tiene apenas un 18% de aceptación. Lo detesta el 82% de los electores. Y la Aljovín, peor. Nunca fue electa para nada. Es, apenas, una ministra multi-uso que sirve para cualquier propósito. Lo único que exige, es que sea malo.
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera.