Por Pedro Martínez Pírez
"Manténgase allí. Esa es su trinchera", fue el escueto mensaje enviado por el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, en los días de Playa Girón. en respuesta a mi solicitud de retornar a Cuba, como miliciano, cuando cumplía una misión diplomática en la Embajada cubana en Ecuador.
Yo había llegado a Quito el año anterior, luego de asistir a un curso de algunos meses para adquirir conocimientos diplomáticos y consulares básicos en el DALA, Departamento de América Latina de la Cancilleria cubana, cuyo director era el abogado Miguel Ángel Duque de Estrada.
Había sido propuesto para un cargo en el Servicio Exterior de Cuba por el Rector de la Universidad "Marta Abreu" de Las Villas, Mariano Rodríguez Solveira, quien era en 1960 mi profesor de Derecho Civil. Él había sido nombrado por el presidente Osvaldo Dorticos y el Primer Ministro Fidel Castro como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Ecuador, y me pidió acompañarlo como su secretario, y así se lo pidió al Canciller Roa y a la Jefa de Personal de entonces, la heroína Margot Machado, también villaclareña como Rodríguez Solveira y como yo.
Marianito, como le decíamos sus amigos, estuvo poco tiempo como Embajador en Ecuador. Me confesó que no le gustaba la diplomacia y prefería volver a ejercer la docencia. Y así lo hizo. Retornó a Cuba y fue nombrado vicerrector de la Universidad de La Habana cuando su amigo Juan Mier Febles era el Rector.
Así que en los días del ataque mercenario e imperialista por Playa Girón era yo, a mis 24 años de edad, el Encargado de Negocios de Cuba en Ecuador, y además de mi solicitud al Canciller Roa, que no fue aceptada, me tocó recibir en la sede de la Embajada, entonces ubicada en la Avenida 6 de Diciembre, en Quito, a muchos amigos ecuatorianos, entre ellos el gran pintor Oswaldo Guayasamin, quien además de patentizar su firme apoyo a la Revolución y su rechazo a la agresión imperialista, me pidió viajar a Cuba y hacer un retrato del Comandante Fidel Castro.
Fueron muchos los ecuatorianos que se personaron en nuestra misión diplomática en Quito en los días de Playa Girón, recuerdo, además de Guayasamín, a los escritores Benjamín Carrión, Jorge Enrique Adoum, el pintor Diógenes Paredes, el vicerrector de la Universidad Central de Quito Manuel Agustín Aguirre, la escritora y primera diputada del Ecuador, Nela Martínez, así como dirigentes sindicales e indígenas, entre ellos Telmo Hidalgo, Carlos Rodríguez, Tránsito Amagüaña y Amadeo Alba.
En la Embajada cubana en Quito, y con el apoyo del ingeniero cubano Miguel Gonzalez de Moya, representante de la FAO en Ecuador, grabamos el discurso histórico de Fidel del 16 de abril de 1961, así como los partes de guerra de esos días, y los transmitimos por Radio Cosmpolita, propiedad del amigo José Antonio Buenaño.
Eran días muy tensos para quienes cumplíamos misiones diplomáticas en el exterior. Las agencias de noticias, especialmente las estadounidenses, hablaban de una gran sublevación en Cuba, así como de la muerte de algunos dirigentes revolucionarios y del asilo de otros en varias Embajadas en La Habana. La guerra mediática servía de apoyo a la guerra real lanzada contra Cuba mediante el empleo de mil quinientos mercenarios entrenados y armados por la CIA y el Pentágono de Estados Unidos.
Para nosotros tuvo un valor inapreciable aquel discurso de Fidel, en el que proclamó el carácter socialista de la Revolución y reveló la existencia de una emisora que divulgaría a partir de ese momento todos los partes oficiales emitidos por el Gobierno Revolucionario en los días de la agresión imperialista por Playa Girón.
“¿Y creen acaso que van a ocultar (esta agresión) ante el mundo?”, se preguntó Fidel en aquel memorable discurso en la despedida del duelo de las primeras víctimas de los bombardeos previos a la invasión de Playa Girón. Y agregó: “No! Ya Cuba tiene una planta de radio que hoy está ya transmitiendo a toda América Latina, y esto lo están oyendo innumerables hermanos en América Latina y en todo el mundo. No! Por suerte no estamos en la época de las diligencias, estamos en la época del radio, y las verdades de un país se pueden llevar muy lejos”.
Fidel Castro habló a Cuba y al mundo desde una tribuna improvisada en la intersección de las calles 23 y 12, en la barriada de El Vedado, muy cerca de la entrada principal del Cementerio Cristóbal Colón de La Habana, donde fueron sepultados los caídos por el primer zarpazo imperialista, preludio de la invasión.
El discurso de Fidel fue anunciado minutos antes por el locutor Fernando Alcorta, y la grabación de sus palabras se conserva en los archivos de Radio Habana Cuba.
En los días de la agresión imperialista por Playa Girón el presidente de Ecuador, José María Velasco Ibarra, me recibió en el Palacio Presidencial, en Quito, y me pidió que hiciera saber a la Cancillería y al Gobierno de Cuba, que Ecuador condenaba cualquier violación de la soberanía, la independencia y la autodeterminación de Cuba.
Con Guayasamín viajaron a Cuba decenas de ecuatorianos solidarios que asistieron al grandioso acto del Primero de Mayo de 1961 en la Plaza de la Revolución de La Habana, el cual fue transmitido al mundo por las ondas internacionales de Radio Habana Cuba, y narrado por los locutores Fernando Alcorta y Orlando Castellanos, fundadores de nuestra emisora.
El fraternal pedido de Guayasamín de pintar al Comandante Fidel Castro se cumplió la noche del sábado 6 de mayo de 1961, en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, en la barriada habanera de El Vedado, gracias a la inteligente decisión del entonces Director del ICAP, Giraldo Mazola, actual embajador de Cuba en Namibia, quien logró que la inolvidable Celia Sánchez Manduley convenciera a Fidel de posar para el pintor ecuatoriano.
A la entrega por Guayasamín del retrato a Fidel en la sede de la Embajada de Ecuador en La Habana, asistieron además del embajador ecuatoriano Virgilio Chirigoga, el Canciller Raúl Roa y el gran poeta cubano Nicolás Guillén, entre otras personalidades.
El pintor ecuatoriano haría después otros tres retratos a Fidel: en 1981, 1986 y el último con motivo del setenta cumpleaños del líder histórico de la Revolución Cubana, con quien forjó una sólida amistad que se prolongó hasta el fallecimiento de Guayasamín el 10 de marzo de 1999.
Veintiseis años después de aquellas inolvidables vivencias, el 16 de abril de 1987, tuve el honor de recibir de manos del entonces Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, Raúl Castro Ruz, la réplica del Machete de Máximo Gómez, ese gran jefe militar dominicano que hizo suya la causa de la independencia de Cuba.
Nunca olvidaré aquel Día del Miliciano en el Foso de los Laureles de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, hace ahora treinta y un años, ni tampoco a mi compañero de la Escuela de Comercio de Santa Clara, José Julio Rivas Herrera, quien como militar subordinado a Raúl le entregó la réplica del Machete de Máximo Gomez que recibí ese 16 de abril.
Son algunos de mis recuerdos de Playa Girón, la primera gran victoria militar de Cuba frente al imperio, que tanto alentó a los pueblos de Nuestra América.