Reunión en Vegas de Jibacoa, la ofensiva enemiga y los extremos

Editado por Martha Ríos
2018-05-24 16:30:13

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Fidel Castro, en el centro y fusil en mano. Foto tomada de Internet

Por Yasel Toledo Garnache

El 25 de mayo de 1958 fue fecha de dos hechos tremendos en Cuba: una reunión de Fidel Castro, Comandante en Jefe de las fuerzas revolucionarias, con campesinos de la Sierra Maestra en Vegas de Jibacoa, y el inicio de la mayor ofensiva enemiga contra el Primer Frente José Martí, principal bastión insurreccional.

Tal ofensiva resultó definida por el propio líder guerrillero como el esfuerzo organizado más ambicioso y mejor preparado de los contrarios para derrotar al Ejército Rebelde.

Aquello no sería cuestión de escaramuzas y unos pocos tiros y combates. Los próximos días serían decisivos para el triunfo o el fracaso final, la alegría popular o el fin de los sueños.

Desde hacía varias jornadas, los rebeldes sabían que las bombas y ataques podían alcanzar dimensiones mucho mayores a las de los meses anteriores.

Envalentonados por el fracaso de la Huelga General Revolucionaria del 9 de abril de ese año, en total unos 10 mil soldados de la tiranía de Fulgencio Batista fueron movilizados durante la Ofensiva, con gran cantidad de modernas armas, apoyo de la aviación, tanques y el deseo de dar un golpe de muerte al núcleo fundamental de los “barbudos”.

Durante las jornadas previas, mucho meditaron Fidel y otros combatientes sobre cómo enfrentar y derrotar aquello. Según narra el Comandante en Jefe en el libro 'La victoria estratégica', analizaron varias alternativas hasta decidirse por aplicar una defensa escalonada, con máximo aprovechamiento del conocimiento del terreno, para resistir metro a metro, frenar a los contrarios, desgastarlos y detenerlos, en espera del momento oportuno para el contraataque.

Divididos en grupos pequeños, unos 300 barbudos, hijos de obreros, guajiros…, incluidos numerosos jóvenes, defendían cada posición, arrebataban armas y municiones…, y demostraban la fiereza de la dignidad, el coraje y el anhelo de conquistar la libertad, sin importar la posibilidad de la muerte.

Cuando uno se adentra en los sucesos, parece increíble cómo aquellos hombres, muy inferiores en cantidad, resistieron el empuje de grandes tropas, entrenadas y repletas de lo mejor en armas, lo cual confirma la importancia de la moral combativa, el talento guerrillero y la fuerza de los ideales y el valor.

Desde la mañana de la misma jornada de los primeros enfrentamientos de la Ofensiva en la zona de Las Mercedes, en el actual municipio de Bartolomé Masó, en otro lugar más intrincado, en Vegas de Jibacoa, lugar de rica vegetación e impresionantes paisajes, muy cerca de Minas del Frío, donde radicó una escuela de reclutas, Fidel hablaba con los campesinos.

El intercambio, en el cual también participaron Celia Sánchez Manduley y Ernesto Che Guevara, tuvo lugar frente a la bodega del lugareño Santiago Gómez, la cual estaba engalanada con pencas de guano.

¿Qué sensaciones tendrían los más de 300 participantes? En medio de la guerra, el líder rebelde dialogaba con ellos y se preocupa por sus problemas. ¡Cuánta sensibilidad e inteligencia!

En la ocasión, fue tratado como tema fundamental la cosecha de café, y también se conversó sobre proyecciones para después del triunfo de la Revolución y otros asuntos generales de interés para los presentes.

Fidel, con su altura y oratoria de hombre sincero y soñador, debe haber causado gran admiración cuando afirmó que, si era necesario, los guerrilleros ayudarían a la recolección, con jornadas de hasta 12 ó 14 horas.

Según escribió luego el Che, el máximo jefe propuso crear un dinero de la Sierra para los trabajadores, traer yarey y los sacos para envases, crear cooperativas de trabajo y consumo y una comisión de fiscalización.

Testimonios de varios asistentes como el campesino Reynaldo Mora, publicados en la prensa, revelan que también se preocupó por los padres de hijos muertos en la guerra, conversó con ellos, les expresó su dolor, y habló de la Cuba anhelada, en la cual no existiría explotación ni asesinatos.

Considerada precedente del Congreso Campesino en Armas, efectuado en septiembre de 1958, la reunión confirmó el espíritu humano y solidario de los rebeldes, y su preocupación por los humildes, e incidió en el aumento de la confianza popular en los guerrilleros y su prestigio como seres humanos dignos, que deseaban el bien del pueblo.

Algunos aseguran que cuando Fidel realizaba el resumen del encuentro comenzaban los primeros tiros de la Ofensiva en Las Mercedes, momentos de dos extremos. En uno, la reunión, los aplausos y la alegría de los serranos; y en el otro, los disparos y el intento enemigo de apagar la esperanza.

Recordamos que apenas unas jornadas antes, el día tres del mismo mes, se había realizado un encuentro decisivo en Altos de Mompié entre dirigentes de la serranía y el llano, para analizar las causas del fracaso de la Huelga General Revolucionaria, y aspectos esenciales relacionados con la continuidad de la lucha.

Los rebeldes resistieron con entereza la Ofensiva, y luego se desplazaron hacia el centro y el occidente del país, en una invasión que terminó con el logro de la independencia verdadera, jornada de luz para aquellos campesinos de Jibacoa, los de otros parajes del lomerío y toda una nación.

Ojalá pensemos en eso cada 25 de mayo y siempre, para bien de nosotros y Cuba, país de conquistas y sueños que podemos seguir alcanzando entre todos, con inteligencia y unidad.

(Tomado de la ACN)

 

 



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