El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, no ha salvado 9.000 empleos de la "histórica" compañía de viajes Thomas Cook al tiempo que no ha descartado participar en una intervención militar que resultaría "mucho más costosa" para las arcas británicas, destaca el periodista y bloguero Neil Clark.
Este analista lamenta que el mandatario británico se justifique en "un riesgo moral" para dejar caer al operador turístico más antiguo del mundo al negarse a invertir los 150 millones de libras esterlinas —unos 187 millones de dólares— que necesitaba para seguir funcionando.
Sin embargo, durante la Asamblea General de la ONU que se celebra en Nueva York (EE.UU.) Johnson no descartó que Reino Unido participe en un posible conflicto bélico en el golfo pérsico contra Irán "si los sauditas o los estadounidenses nos piden que desempeñemos un papel".
"¿Cuánto costaría la intervención [militar]?": sería "mucho más" que la cantidad necesaria para rescatar Thomas Cook y tendría un impacto "catastrófico" en los precios mundiales del petróleo, un claro reflejo de "las prioridades favorables a las élites de los gobiernos en esta era neoconservadora y neoliberal".
La razón principal por la que Boris Johnson no ayuda a Thomas Cook es que no es una empresa de la City —el distrito financiero más importante de Londres—, mientras que "las incertidumbres sobre el Brexit" y "la caída de la libra" son algunos factores externos que han afectado a su negocio, analiza Clark.
El autor del texto estima que este político "probablemente habría dejado ir a la quiebra" a la británica Rolls-Royce en 1971, mientras que el primer ministro conservador Ted Heath optó por nacionalizar una firma que hoy en día es de las más importantes en los sectores automotriz y aeronáutico.
Neil Clark concluye que "todo tiene mucho sentido" si tenemos en cuenta que "el objetivo del Gobierno británico hoy en día no es ayudar a la gente, sino fingir que lo hace" mientras "incrementa la riqueza y la financiación pública".
(Tomado de Cubasi)