La sorpresa que nadie esperaba en la guerra de audiencia entre Joe Biden y Donald Trump

Editado por Pedro Manuel Otero
2020-10-17 10:16:38

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Datos preliminares han revelado que el exvicepresidente de EEUU, Joe Biden, ganó una batalla por la audiencia contra el presidente Donald Trump en un duelo de encuentros televisados con votantes que se contraprogramaron en hora y formato tras cancelarse el que debió ser su segundo cara a cara.

Ese segundo debate quedó suspendido después de que el presidente se negara a celebrarlo en remoto tras infectarse de coronavirus hace apenas dos semanas y ser hospitalizado durante tres días.

En la noche del jueves, el candidato demócrata atrajo a más de 13.9 millones de espectadores en la cadena ABC, propiedad de Walt Disney Co, mientras que a Trump lo siguieron 10,4 millones en NBC, según los ratings de Nielsen.

Las cifras actualizadas, que incluyen a la audiencia de las redes de cable propiedad de Comcast que transmitieron simultáneamente el evento de Trump, se conocerán más tarde. Pero aunque el resultado podría variar cuando se contabilicen los números finales, como apunta CNN, prácticamente nadie en el negocio de la televisión esperaba estos datos de audiencia. Y ni siquiera es la parte más sorprendente.

El exvicepresidente de EEUU Joe Biden en el foro ciudadano que organizó ABC. (Photo by JIM WATSON / AFP) (Photo by JIM WATSON/AFP via Getty Images)

El foro de Trump fue transmitido simultáneamente por dos de los canales de cable de NBC, MSNBC y CNBC, e incluso sumando las cifras preliminares de los tres, Biden prevaleció con un solo canal.

El enfrentamiento en la distancia

Trump y Biden debían enfrentarse el jueves por la noche en un escenario en Miami, pero ese acto fue anulado cuando Trump contrajo el coronavirus. De tal grado, ambos aspirantes se enfrentaron nuevamente, por así decirlo, a través de foros simultáneos individuales en cadenas televisivas rivales. El presidente desde Miami y Biden desde Filadelfia

Cuando faltan dos semanas y media para las elecciones, los eventos del jueves por la noche ofrecieron contrastes consolidados y una audiencia nacional, aunque dividida, pero parece improbable que le resultara útil a un Trump que carece de tiempo y oportunidades de apelar más allá de su fiel base de seguidores.

Trump se mostró a la defensiva en cuanto a su manejo del coronavirus, que ha causado más de 217.000 muertes en Estados Unidos y evasivo cuando se le preguntó si tomó el test requerido antes de su primer debate con Biden. Furioso y combativo, se negó a denunciar la teoría conspirativa QAnon y lo hizo con renuencia con respecto a los supremacistas blancos.

El presidente republicano aparentemente reconoció las revelaciones de un informe del diario New York Times de que estaba endeudado y dejó abierta la posibilidad de deber parte de la suma a un banco extranjero, pero insistió que no debía dinero a Rusia ni a “gente siniestra” e insinuó que la deuda de 400 millones de dólares era “un porcentaje muy, muy pequeño de su patrimonio general.

En su propia asamblea televisada, a casi 1.900 kilómetros (1.200 millas) de distancia, Biden criticó el manejo que la Casa Blanca ha dado a un virus que ha cobrado más de 215.000 vidas en el país. Denunció que la presidencia de Trump fue la responsable de cerrar una oficina de respuesta a pandemias creada durante el gobierno de Barack Obama, bajo el cual él fue vicepresidente. Aunque en ocasiones dio respuestas vagas, dijo que aclarará su posición sobre la ampliación de la Corte Suprema si la juez nominada por Trump es confirmada antes de la elección.

Tras la conclusión formal del evento de 90 minutos, el candidato demócrata dedicó media hora adicional a responder preguntas que los presentes no tuvieron tiempo de formular durante el programa televisado.

Trump insistió en que el país estaba dejando atrás al coronavirus, aun cuando su propia batalla contra la enfermedad asumió un papel protagónico.

Menos de dos semanas después de ser diagnosticado con COVID-19, Trump evitó responder directamente a una pregunta sobre si se sometió a una prueba diagnóstica el día del debate del 29 de septiembre y se limitó a decir: “Tal vez lo hice, tal vez no lo hice”. Las reglas del debate requerían que cada candidato, por medio de un sistema de honor, arrojara negativo antes del evento realizado en Cleveland, pero Trump evadió la pregunta sobre la última vez que dio negativo en un análisis de diagnóstico.

Fue su resultado positivo dos días después el que creó el extraño espectáculo del jueves, que privó a la mayoría de los televidentes de ver en simultáneo a los dos candidatos a tan sólo 19 días de que se realice la elección. La situación parecía apropiada para una contienda como ninguna otra, pues otro ritual de campaña resultó alterado por una pandemia que ha reescrito las normas sociales.

Los foros tuvieron distintos formatos para que los dos candidatos se presentaran ante los votantes, después de que ambos protagonizaron un caótico y combativo primer debate a finales del mes pasado. La diferencia en el tono de los aspirantes fue inmediata y sorprendente.

Trump fue Trump. Levantó la voz y fue beligerante, discutió con la anfitriona Savannah Guthrie y se rehusó a condenar abiertamente la teoría conspiratoria QAnon, declarando de forma irritable que denunciaría la supremacía blanca, no sin antes quejarse sobre la línea de interrogación y eventualmente diciendo por primera vez que aceptaría los resultados de una elección justa, pero sólo después de proyectar una extraordinaria cantidad de dudas sobre la posibilidad de que sean justas.

“Y luego preguntan: ‘¿Aceptará una transferencia pacífica (del poder)?’”, dijo Trump. “Y la respuesta es ‘Sí, lo haré’. Pero, al igual que todos, quiero que sea una elección honesta”.

En tanto, Biden tomó una postura completamente distinta, mostrándose mucho más moderado con las preguntas de la audiencia. El exvicepresidente, quien tuvo problemas de tartamudez en su infancia, titubeó ligeramente al inicio de la transmisión y en un momento cerró fuertemente los párpados y habló mucho más pausado para pronunciar con mayor claridad.

(Con información de EFE, AP y Reuters)

 



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