Noboa decretó el “estado de excepción” por 60 días, dándole facultades para movilizar a los militares a las calles
y su ingreso a las penitenciarías. (Foto:Diálogo-Américas.com)
Por Alfredo García Almeida*
La historia pasa factura a Ecuador. Una sorpresiva ola de violencia provocada por el crimen organizado, tiene en vilo al Gobierno y pueblo ecuatoriano. “Cuando en un país se dan las condiciones revolucionarias, si la vanguardia política no asume la iniciativa, el estallido social puede llegar desde el lugar más inesperado”, fue la afirmación de un curtido revolucionario cubano a principios de la década de los 60 del pasado siglo.
Un grupo encapuchado y armado perteneciente a la banda de Los Choneros, tomó el 9 de enero un canal de televisión durante un programa en vivo, amenazando a los periodistas que estaban transmitiendo, al mismo tiempo que colocaban explosivos en diferentes ciudades del país, secuestraban a guardias de una prisión y a jóvenes universitarios en la ciudad de Guayaquil.
La inaudita acción criminal se produjo como reacción a las medidas tomadas por el presidente, Daniel Noboa, tras la fuga de Adolfo Macías, alias Fito, jefe de la banda narco, Los Choneros, de una cárcel de Guayaquil donde cumplía una sentencia de 34 años. Noboa decretó el “estado de excepción” por 60 días, dándole facultades para movilizar a los militares a las calles y su ingreso a las penitenciarías, tras calificar de “terroristas” a 22 organizaciones criminales, aduciendo una “grave conmoción interna” en la nación. También ordenó un toque de queda de 6 horas, entre las 23:00 y las 05:00 horas.
La grave crisis que atraviesa Ecuador, tiene sus raíces en la década de los 60 del pasado siglo, con la derrota de un movimiento insurreccional rural y urbano contra la dictadura militar que derrocó al presidente, Velazco Ibarra. Sin embargo de la confrontación social, surgió una corriente nacionalista que influyó en un sector de los militares golpistas, nacionalizando el petróleo. A partir de entonces, frágiles gobiernos bajo amenazas de golpe de Estado, fueron elegidos y sustituidos generando inestabilidad política y económica, hasta las elecciones de 2006, donde fue elegido presidente el progresista y líder de la Alianza País, Rafael Correa, quien ejerció durante tres mandatos sucesivos, desde 2007 hasta 2017.
El Gobierno de Correa, quien se nutrió del sentimiento nacionalista y el descontento popular, se autodenominó, “Revolución Ciudadana”, y proclamó como objetivo, “la implementación del socialismo del siglo XXI”, siguiendo la línea bolivariana. En las elecciones de 2017, fue elegido presidente, Lenin Moreno, quien fungió como vicepresidente durante dos mandatos del presidente Correa. Sin embargo, una vez en el poder, Moreno traicionó la Revolución Ciudadana, al establecer políticas neoliberales que frenaron el desarrollo del país en favor del FMI, reprimiendo con violencia las protestas populares, mientras denigraba de Correa.
En las elecciones de 2021, fue “elegido” presidente el millonario banquero, Guillermo Lasso, quien continuó la política económica y represiva de su antecesor. En enero de 2023, un caso judicial por corrupción provocó el enjuiciamiento de Lasso en la Asamblea Nacional, quien para salvarse del juicio político, invocó el artículo constitucional 148 para disolver el parlamento, alegando “grave crisis política y conmoción interna”, obligando al Consejo Electoral a convocar elecciones extraordinarias para completar su mandato, ocasión donde Noboa resultó vencedor.