Fidel visita una brigada de la Defensa Antiaérea durante la invasión de las tropas mercenarias dirigidas
por el gobierno estadounidense a Playa Girón, el 17 de abril de 1961. (Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas)
Por: Arelys García Acosta*
El 19 de abril de 1961, el pueblo cubano, bajo el mando del Comandante en Jefe Fidel Castro, le propinó a Estados Unidos su primera gran derrota en América
La pólvora de Girón nos devolvió la Patria. Dicho así, pareciera simple. Sin embargo, aun cuando se alcen los fusiles para entonar la victoria, la guerra siempre pare dolor.
Una y otra vez he visto por la televisión el rostro de Nemesia, la cenaguera, una y otra vez he escuchado la historia de aquella niña de apenas 13 años, del batey de Soplillar, Matanzas. Para esta hija de padre carbonero el tiempo quedó congelado: las bombas enemigas se llevaron un pedazo enorme de aquella muchacha y ella lo cuenta, como si hubiera ocurrido hace unos minutos.
Su padre irrumpió dentro en la casa y los conminó a recoger lo imprescindible para salir de inmediato hacia Jagüey. Nemesia nada sabía de guerra, de invasiones, y desde el camión donde viajaba con su familia, en busca de refugio, saludaba con los brazos en alto al piloto del avión mercenario que los sobrevolaba.
Luego, todo fue metralla y, por supuesto, muerte. Los disparos llenaron de silencios el cuerpo de su madre. Por si no bastara, dos hermanos y su abuela yacían heridos sobre el camión, ante los ojos asombrados de la muchacha de la Ciénaga de Zapata.
Todo ello sucedió justo cuando la Revolución de los humildes traía esperanza, maestros, escuelas; justo cuando el carbón dejaba de ser el único sustento para llenar las bocas de las familias cenagueras, justo cuando la tristeza dejaba de señorear por los bohíos desvencijados de la esa porción de la isla.
Así fue, el 17 de abril de 1961, el cielo plomizo parecía caer encima de todos.
Las bombas enemigas se llevó de cuajo la casa y también los sueños de la joven casi niña. Nemesia tenía solo 13 años de edad, cuando de repente, lo perdió casi todo, familia, casa y aquellos zapatos blancos que tanto pidió a su madre en Nochebuena y que aún, rotos y agujereados, sobreviven como testigos de la barbarie.
“Eran los que mamá me compró cuando echaron la carretera, (…) ella me decía que aquí en la Ciénaga los zapatos blancos no caminaban de tanto polvo en días secos o de mucho lodazal en tiempos de lluvia, ¡una desgracia! Hasta 1961 no los tuve y fue lo primero hermoso que llegó a mis manos”. Así narró Nemesia, la flor carbonera del Indio Naborí, tiempo después cuando las cicatrices en la memoria devolvían los días aciagos de abril.
Y es que la guerra siempre pare dolor. Aun así, Girón nos devolvió la Patria. Hasta ese pedazo de Cuba llegaron, también, decenas de espirituanos.
Hasta aquella costa arribó sobre un tanque de guerra Fidel, quien condujo, con la sapiencia de los grandes estrategas, los destinos de la batalla. En menos de tres días de fuego, los mercenarios, marionetas del gobierno de Estados Unidos, rumiaban la derrota en largas filas y con las manos en alto. 19 de abril de 1961, Cuba entona la victoria a viva voz, solo entonces las arenas fueron más blancas.
*corresponsal de Radio Habana Cuba en Sancti Spíritus