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Por Alfredo García Almeida*
El pasado jueves se produjo el esperado primer debate presidencial, entre los virtuales candidatos demócrata y republicano: el presidente, Joe Biden, que aspira a la reelección y el expresidente, Donald Trump, que intenta regresar a la Casa Blanca, ambos sin ser elegidos por las Convenciones de ambos partidos.
La media nacional de encuestas del portal, FiveThirtyEight, daba al presidente, Biden, el 40.8% de las intenciones de voto frente al 40.7% de Trump, convirtiendo el primer debate en un encuentro decisivo. En un escenario diseñado por la CNN en Atlanta, sin público, sin el apoyo de notas previas y de asesores, sin posibilidad de réplica en caso de no tener asignado el turno de palabra, las fortalezas y debilidades de ambos candidatos, quedaban expuestas en el debate sin interrupciones.
Sin embargo, no hubo sorpresas. Trump con la misma soberbia y prepotencia que lo caracteriza como magnate inmobiliario y tan superficial e imprevisible en política como siempre, mientras Biden se destacó por su serenidad legislativa y su inexpresión emocional, sin poder evitar su balbuceante dicción, que concita dudas sobre la salud mental. Durante tres horas, los televidentes escucharon los mismos insultos y mentiras por parte de ambos, que han caracterizado ambas campañas electorales antes del debate.
Si algo nuevo se observó, fue la ausencia de un saludo antes de comenzar el debate, entre los dos políticos que aspiran a conducir la nación norteamericana. Hasta los boxeadores antes de enfrentarse en el ring, se saludan con respeto. Fue para ambos, una falta de ética y decencia, frente a la sociedad norteamericana.
El debate, no fue un intercambio que sirvió para la exposición de nuevas propuestas, sino una batalla sobre lo mismo con groseros ataques. Sobre Rusia, China, Ucrania y Gaza, la retórica fue la ya conocida. Trump criticó con fuerza la política económica y migratoria de Biden, pero fue evasivo con imprecisiones o desinformación, a las preguntas de los conductores del debate sobre los mismos temas. El expresidente, acusó a Biden de haber convertido el país en un “nido de ratas”, al no poner freno a la entrada de “criminales”, pero Biden le recordó a Trump, que no tiene las manos limpias, en los procesos penales que afronta: “Tiene la moral de un gato callejero”, espetó Biden.
Sin embargo, en el tema de la economía y la inmigración, cuestiones que los electores dicen en las encuestas que son los temas más importantes para ellos, Trump se mostró confiado y claro en sus ataques a Biden, mientras que las respuestas del presidente fueron menos efectivas, según los especialistas.
A pesar de la poca diferencia de edad entre Trump (78 años) y Biden (81 años), la imagen del primero mostró energía y lucidez mental, mientras el segundo lucia débil y con vacilaciones de palabra. Según un primer sondeo de la cadena CNN, publicado al acabar el debate, Trump fue el claro ganador para un 67% de los encuestados. Trascendió que al final del debate, hubo pánico entre los demócratas y se cuestionó la candidatura de Biden.
Como conclusión del primer debate: Para Biden, votar por Trump, es votar contra la democracia. Para Trump, que Biden siga en el poder, acabaría con Estados Unidos. ¡Pobre pueblo norteamericano!
* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.