Imagen de archivo/RHC
Por Alfredo García Almeida*
Dentro de dos semanas, se espera la visita del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu a Washington, aunque aún no ha recibido una invitación formal. Cuando el primer ministro israelí viajaba a Washington todos los años, transmitía un mensaje de cercanía e intimidad, a diferencia de los 4 años de su última visita a la Casa Blanca, algo que no pasa inadvertido para amigos y enemigos.
Netanyahu se dirigirá a una sesión conjunta especial del Congreso y se espera que se reúna con el presidente estadounidense, Joe Biden, en la Casa Blanca, aunque aún sin confirmar. Se espera que también se organizará una reunión con Trump. Cuando Netanyahu se dirigió al Congreso en 2015, el entonces presidente, Barack Obama, se enojó porque Netanyahu hablaba ante el Congreso en contra del acuerdo nuclear con Irán que él había negociado y se negó a reunirse con él.
Desde que Netanyahu aceptó una invitación el mes pasado, extendida por los líderes de ambos partidos en el Congreso de EEUU, provocó un debate público en Israel sobre si debería aceptar o no, antes de que se supiera si recibiría una invitación para reunirse con Biden. Los argumentos contra la aceptación de Netanyahu, incluían que dicha visita, iniciada por el presidente republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, no era algo que agradara a la Casa Blanca y sólo pondría de relieve las divisiones partidarias sobre Israel. Trascendió que entre la Convención Nacional Republicana en Milwaukee y la Convención Nacional Demócrata en Chicago el 19 de agosto, expertos estiman que habrá quienes acusarán a Netanyahu de intentar entrometerse en la política estadounidense, lo que podría tensar su relación con Biden.
La última vez que Netanyahu estuvo en la Casa Blanca, fue en septiembre de 2020. Donald Trump era el presidente y la ocasión fue la firma de los Acuerdos de Abraham. Tanto Trump como Netanyahu, perdieron las elecciones poco después: Trump en noviembre de 2020 y Netanyahu en marzo de 2021.
En 2023, cuando Biden invitó tardíamente a Netanyahu, como señal de su desaprobación hacia las políticas del primer ministro, el presidente era políticamente fuerte, pues había salido victorioso de las elecciones de mitad de período, cuando un pronóstico sobre el control republicano en ambas cámaras del Congreso, no se cumplió. Por otra parte, Netanyahu, que enfrentaba una oposición popular sin precedentes contra su plan de reforma judicial, era políticamente débil.
Ahora la dinámica ha cambiado. Ambos líderes son débiles y ambos enfrentan fuertes llamados a dar un paso a un lado: Biden desde dentro de su propio partido y Netanyahu desde una calle con protestas cada vez más ruidosas. Al mismo tiempo, Trump con su imagen de superhéroe, no puede pasar inadvertido para Netanyahu. Y es porque ambos líderes son políticamente débiles, que los expertos consideran que una reunión en la Casa Blanca, podría beneficiarlos a ambos: “Netanyahu intentará reafirmar su capacidad de estadista y Biden intentará demostrar sus habilidades de liderazgo y su perspicacia mental”.
* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.